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TG - Capítulo 744
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Capítulo 744: Tenemos que hablar.

Capítulo 744: Tenemos que hablar.

Una hora después de la batalla con el ser que ella ahora llamaba Ojos Grandes, Aurora entró a una oficina en la sede de la Iglesia del Orden en Berlín. La sede oficial estaba en Estados Unidos, pero era en Berlín donde estaba la persona que ella buscaba.

En el interior estaba un único hombre. Era un anciano de cabello blanco y barba blanca con varias arrugas, pero cuyos ojos revelaban seriedad.

A diferencia de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, donde aquellos relacionados a esa iglesia de vez en cuando mantenían una apariencia juvenil, la Iglesia del Orden no otorgaba tales beneficios.

“Es un gusto conocerlo Sumo Pontifice Juliano.” Saludó Aurora con una sonrisa y en calma, al sentarse al otro lado de la silla en esta pequeña oficina. “Supongo que ya fue informado de la situación.”

“Si te refieres a que el Cardenal Auguste junto a otros cardenales y paladines nos han traicionado. Entonces sí, estoy informado.” Respondió el Sumo Pontifice Juliano y suspirando con cansancio, murmuró. “Es mi culpa. Yo…”

“Estabas distraído rezando a la Diosa del Orden tratando de volver a ganarte su favor. Lo entiendo.” Respondió Aurora llevando a que el anciano levantara la cabeza en sorpresa. “Una hora es demasiado poco tiempo para ponerse al día, pero… Bueno, conozco una que otra cosa. Como, por ejemplo, que usted dejo todo a manos del Cardenal Auguste mientras usted se centraba en rezarle a la Diosa del Orden era una de las primeras cosas que encontré. Un gran secreto.”

El Sumo Pontifice llevaba un largo tiempo sin aparecer públicamente y toda la organización había quedado en manos del Cardenal Auguste, quien, como la mano derecha, controló y dirigió la iglesia.

Su razón era válida. Desde hace tiempo la Diosa del Orden ya no se comunicaba con ellos, ella daba su poder y brindaba su ayuda, pero más como un sistema automático de respuesta que de manera directa.

Sin embargo, ese simple cambio llevó a que la Iglesia del Orden tuviera menos paladines de lo que la Iglesia del Tiempo y el Espacio tenia, por tal razón recurrían a psionicos… O al menos tal era lo que ella había aprendido, ahora al saber que el Cardenal Auguste era parte de ese grupo, recurrir a psionicos probablemente era para traer a los suyos.

A pesar de la razón subyacente, el punto principal se mantenía. Ellos habían perdido la atención de su diosa hasta tal punto que los paladines que obtenían el poder del orden eran pocos.

“Es correcto. Los requisitos para que nuestros paladines obtengan el poder del orden cada vez eran más elevados. Se requería que sean más devotos muy diferentes a la Iglesia del Tiempo y el Espacio cuyos paladines surgen con facilidad.” Respondió Juliano y volviendo a suspirar con cansancio, murmuró. “Y ahora por mi descuido la iglesia se está desmoronando. Miles nos han traicionado y otros miles han muerto.”

Si, miles. Una hora era el tiempo que había pasado desde que ella empezó, pero al instante que el grupo huyó, varios individuos dentro de la Iglesia del Orden desaparecieron y aquellos que no desaparecieron, se suicidaron.

Ojos Grandes cortó toda conexión con la Iglesia del Orden retirándose por completo y llevándose a todos aquellos que eran útiles mientras que ordenó que todos los demás se suicidaran.

Aurora no sabía cuántos de esas personas aceptaron unirse a esa organización por poder o con manipulación, lo segundo era difícil y más cuando la Iglesia del Orden seguía siendo una iglesia con la influencia del Orden… La corrupción y manipulación mental no pasaría desapercibido frente a aquellos paladines que ejercían el poder del orden.

“Si durante su ausencia demasiados miembros de la iglesia han sido influenciados, pero no solamente ha sido en la iglesia. En los Estados Unidos de América del Norte, el Presidente Batista y el Arcangel de la Guerra son parte de ese grupo y a cada segundo, mas altos mandos son forzados y manipulados para unirse.” Reveló Aurora de inmediato.

“¿Como?” Juliano dudó y al ver su seriedad, se levantó de inmediato. “Necesitamos hacer algo de inmediato. No podemos permitir que su influencia se extienda.”

Aurora se quedó en su asiento y el Sumo Pontifice Juliano la miró tratando de descifrar lo que ella buscaba.

“Has venido tú, no el Sumo Pontifice Abraham, la Cardenal Brousseau o tus padres.” Murmuró Juliano y frunciendo el ceño. “¿Ellos te han dado el mando?”

“Buena pregunta. No.” Dijo Aurora. “Todavía no he tenido tiempo para hablar con la Cardenal Brousseau. Es más apenas salga de esta reunión iré a hablar con ella.”

El Sumo Pontifice frunció aún más el ceño no entendiendo porque ella estaba hablando con él, sin comprender la autoridad que la respaldaba y como tal, no comprendiendo porque ella no se movilizaba.

Aurora suspiró.

“Puedo ir a enfrentarlos ahora. Puedo luchar con ese ser, pero la victoria es una incógnita. La Emperatriz del Infierno puede erradicar al Gran Ojo… Junto a todo el Plano Astral de la tierra.” Aurora analizó la situación e ignorando la sorpresa del anciano, continuó. “Aión es igual. Los Primordiales son extremadamente poderosos. He visto lo que yo puedo hacer en el Plano Astral y si bien he tocado la divinidad, ni siquiera soy una Semidiosa o una Diosa. Ellos apenas utilicen su poder a niveles necesarios para eliminar a ese ser causaran daños extremos. Otros dioses que conozco son iguales. No tiene mucho sentido ganar, si el costo es demasiado alto.”

Aurora pensó en los Dioses del Infierno y supo que, si bien podía conseguir la ayuda, cada uno de ellos era lo suficiente poderosos como para causar daños catastróficos si una batalla se iniciaba.

Para poder vencer a Ojos Grandes de la manera más rápida necesitaban tener suficiente poder y ejercer ese poder causaría demasiado daño.

Y más importante…

“Quiero usar a ese ser para ascender.” Aurora declaró con calma y mirando el techo de la oficina, suspiró antes de volver a bajar la cabeza. “Es egoísta usarlo para mi propio beneficio. Pero no soy estúpida. La Emperatriz del Infierno está vigilando a cada uno de los sospechosos y sus aliados, Aión mantiene la atención en todo este planeta como nunca lo ha hecho. Sin embargo, no son suficientes, antes de enfrentarlo traeré más refuerzos hasta tal punto de que incluso si lo peor sucede alguien lo suficiente fuerte estará para enfrentarlo.”

Usar a Ojos Grandes para ascender era egoísta, pero iba con la idea que le presentó a sus amigos. Esos individuos no eran invencibles o insuperables, sino que un escalón más que ella estaba usando para cumplir su objetivo.

Por supuesto, decir que no eran problemáticos seria mentir. Ella apenas tuvo un combate superficial y fue igual para Alice, lo que significaba que si ese ser se presentaba con toda su fuerza iba a estar a niveles de un Dios y la destrucción que tal ser podía causar era incalculable.

Incluso con dos Primordiales, Aurora no se sentía segura y más cuando esos mismos dos no eran tan confiables, si ella no les pedía constantemente que prestaran atención… Aurora dio una media sonrisa ante tal pensamiento.

“Necesito tiempo. Sin embargo, quiero que ellos se sientan tensos, que sepan que vamos a por ellos y quiero que sepan que su fin se acerca. No quiero asustarlos, por eso necesito mantener en secreto la intervención directa de los Primordiales. Quiero que ellos se preparen tan bien que crean que van a ganar.” Aurora expresó su plan abiertamente.

Sus enemigos ya se dieron cuenta de que ella era diferente y que no estaba sola. Ahora ellos probablemente suponían que no solamente se enfrentarían a ella o a sus aliados de la Tierra, sino que también al Imperio Falion y su diosa.

Incluso si la escala aumentaba, todavía se sentía ‘ganable’ y más cuando ese ser pudo rescatar a sus aliados dando la sensación de que podría superar a aquel mago que creó la barrera.

Su plan había empezado desde esa batalla, no mostrando lo que ella era capaz y tampoco lo que su hermano era capaz. Por tal razón ella no le pidió a Aión que encerrara a su grupo y se utilizó magia para lograrlo.

“Necesitas que se preparen para la batalla para que no huyan y no vuelvan a esconderse.” Murmuró el Sumo Pontifice Juliano. “Los seres de gran poder tienen la suficiente paciencia como para esperar décadas o siglos si lo necesitan.”

Tal como esperaba del Sumo Pontifice de una gran iglesia, entendió lo que a ella le preocupaba. Aurora podía viajar al Gigante del Norte Americano y enfrentarse a todos los que debía enfrentar, pero aquel ser volvería a esconderse y si bien ella tenía muchos aliados mágicos, no tenía fuerzas psionicas que podían dar caza en el Plano Astral donde probablemente se ocultarían.

Así que la idea con la que vino era que iba a enfrentarlo, pero ocultando el hecho de que con los Primordiales a su lado podía vencerlo.

Su plan haría que ellos se preparen mejor, extenderían su influencia de manera más abierta y directa e incluso causarían daño a inocentes, pero de vuelta… Ella tenía Primordiales que estaban tomando las almas de aquellos que morían y ella cuando todo terminara podía revivirlos.

Así que el verdadero problema era estar preparado para cualquier plan que sus enemigos le lanzaran y eso significa traer tantas personas poderosas como podía… Y entre ellos estaba sus maestros y sus padres.

“Entiendo tu objetivo y estoy interesado. ¿Me gustaría saber cuál es nuestro papel en todo esto?”

¿Por qué ella vino a hablar con él? Aurora antes de responder miró su teléfono y sonrió.

“Para responder tal pregunta es mejor hablar con todas las partes interesadas.”

******

“Hoy la Iglesia del Orden se ha enfrentado a uno de sus momentos más difíciles desde su fundación. Similar a lo que sucedió durante la Guerra Civil Europea… No, aún más difícil y el estado del mundo se encuentra en el mismo nivel de riesgo.” Declaró el Sumo Pontifice Juliano por la televisión.

Aurora miró el discurso, vio la Cardenal Brousseau a su lado y también a si misma que estaba detrás.

“Hiciste que él fuera la cara.” La Cardenal Brousseau que estaba mirando el discurso repetido por televisión se giró sutilmente con una sonrisa.

“Es mejor que un individuo influyente dijera la verdad directamente.” Respondió Aurora y en calma, añadió. “Mi influencia en Zerzura es alta, pero… Después de lo que he hecho es mejor evitar problemas.”

La televisión siguió, la expresión del Sumo Pontifice Juliano era solemne, su expresión seria y un poder sagrado de orden lo rodeaba con fuerza.

Aurora recordó ese momento, cuando la Diosa del Orden dio una mirada a su creyente. Ella no esperaba que esa Diosa reaccionara, pero supuso que Aión o Jezabel le pidieron que interviniera y ahora el discurso del Sumo Pontifice Juliano a televisión abierta tomó un nuevo significado.

“El Cardenal Auguste, el Cardenal Theodore y varios Cardenales junto a miles de paladines e importantes miembros de la Iglesia del Orden fueron influenciados por una entidad psionica de poder inconmensurable.” Reveló el anciano, luego se detuvo unos segundos como si lo siguiente fuera difícil de decir, pero Aurora supo la razón por la cual se detuvo. “Ojos Grandes es el nombre clave de esa entidad. Ese ser ha controlado importantes miembros de la iglesia y otros se han unido por su voluntad creando una organización secreta que controla e influye no solamente la iglesia, sino que el mundo.”

Aurora dio una sonrisa ante el nombre que ella le dio a ese ser. Fue dado como una burla y ahora lo estaba extendiendo por todo el mundo.

¿Ese ser estaría enojado? Aurora realmente no conocía ese ser y sus objetivos, pero realmente no le interesaba.

Cualquier individuo que estuviera interesada en su planeta y que no concordaba con sus valores era un enemigo. De la misma forma que lo fueron todos aquellos que se interpusieron en su camino cuando llegó a África o cuando trato de salvar personas.

Con la única diferencia de que la escala cambio y ahora ella no estaba limitada por su fuerza o por las reglas de este mundo.

“Dentro de este grupo se encontraban miembros de la Iglesia del Orden, miembros de autoridades del gobierno de Gran Britania, la Unión Europea, Zerzura y la mayoría de las naciones en la tierra. Nosotros conocemos una porción de esos individuos, pero desconocemos cuántos de ellos se ocultan en las sombras.”

Este era un discurso repetido de hace una hora y estaban pasando de vuelta el discurso, pero ahora mostraban la larga lista de nombres de personas que fueron categorizadas como miembros de ese grupo.

Aurora leyó nombres que ni siquiera conocía y si era sincera… No todos los nombres en esa lista eran individuos que eran parte de esa organización.

La mayoría de ellos eran criminales, personas corruptas y con varios crímenes a su espalda, pero jamás se unieron a una organización secreta. Sin embargo, ella ordenó que esos individuos estuvieran en la lista por la simple razón de aumentar la amenaza que representaba Ojos Grandes.

¿En cuanto a los juicios? Los crímenes eran verdaderos e iba a ser difícil descubrir si estos individuos eran miembros de esta organización y más cuando era casi imposible saber si lo que decían era verdad o mentira y más cuando una entidad de gran poder iba a estar a su lado para cubrir las mentiras.

¿En cuanto a las Iglesias? Estaban de su lado, lo que significaba que cualquier juicio religioso diría lo que ella quisiera que dijeran.

“Hemos notificado de antemano a todas las naciones, pero decenas de miles de nombres que no están en esta lista. Urgimos a todas las naciones a realizar un chequeo con miembros de la Iglesia del Orden y el Tiempo y el Espacio autorizadas para descubrir si ellos verdaderamente son parte de esa organización o no.” El Sumo Pontifice habló con seriedad y cerrando sus ojos, lo volvió abrir emitiendo el poder del orden. “No olviden. No importa lo poderoso que parezca el enemigo que tenemos frente a nosotros. No estamos luchando solo.”

Un pilar de luz blanca cayó sobre su persona y se extendió por todo el auditorio mientras y luego las preguntas empezaron a seguir y fue en ese momento que la Cardenal Brousseau apagó el televisor.

“Una limpieza global. No imaginaba que fueras capaz de hacerlo.” Dijo la Cardenal Brousseau al mirarla y con una sonrisa feliz que fue creciendo, comentó. “Un poco tonta de mi parte. Ya lo hacías en África solamente que la escala está aumentando.”

Si, Aurora fue directa con su objetivo. Lo que acababa de hacer era parte de su plan a nivel mundial. La lista incluía nombres de personas que Liam, Jezabel e Dioses Infernales informaron de que en menor o mayor medida eran criminales.

La información vino de Jezabel y Dioses Infernales como Gruvreas que escuchaban como ellos le rezaban y los crímenes fueron comprobados y listados por Liam. Ahora usando esa lista gran parte de las naciones de la Tierra estaban deteniendo y encarcelando a esos individuos con la ayuda de la Iglesia del Orden y la Iglesia del Tiempo y el Espacio.

Aurora honestamente no sabía cómo cada misión iba ya que la lista era tan grande y las diferentes naciones tan dispersas que no todas informaban detalladamente como a ella le gustaría, pero realmente no importaba. El resultado era el mismo.

“Hay que ser eficiente con el poco tiempo que tenemos.” Dijo Aurora con calma.

No reveló los nombres del Presidente Batista y el Arcangel de la Guerra, no directamente al menos, para no incitar un conflicto directo.

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“Si, América del Norte está en un estado tenso. Nuestros paladines están respaldado a la oposición actual, generales y otros miembros de alto mando. Ellos poco a poco limitaran al presidente y a esa organización, pero…”

“Es ganar tiempo, lo sé. Ojos Grandes juega con las reglas humana, pero cuando tenga la confianza se cansará y actuara como cualquier ser poderoso lo hace. Con toda su fuerza.” Aurora asintió entendiendo lo que la Cardenal Brousseau trataba de decirle.

La Organización Secreta que Ojos Grandes controlaba jugaba bajo ciertas reglas, no siempre seguía las leyes y como tal asesinaba, pero eran individuos que no se mostraron como los sectarios y que siempre mantuvieron una imagen discreta.

Sus miembros se unieron no porque creyeran en ese ser, muy pocos sabían que existía, al menos según la Princesa Isabel. La idea de ponerlos al descubierto era limitar las acciones y hacer que esos individuos se prepararan.

Con ese tiempo ella podía hacer todo lo que tenía que hacer y la lista era larga… Necesitaba hablar con sus amigos para ver que iban a hacer, necesitaba reunirse con los altos mandos de Zerzura, hablar con su hermana, buscar a sus padres y sus maestros, los dioses infernales para ver si lo ayudarían y, con cierta prioridad personal, necesitaba ver a su novio.

Aurora extrañaba a su novio y…

Quiero probar ese libro… Pensó Aurora cuando perdió su concentración.

Por supuesto, necesitaba tiempo para sí misma no solamente relacionado a su novio, sino que a su estado. Aurora podía sentir como limitaba su ascenso, pero necesitaba tiempo para estabilizarse y prepararse para esa batalla con Ojos Grandes.

“Estoy feliz que estés de vuelta.” Dijo la Cardenal Brousseau sacándola de sus pensamientos y cuando Aurora la miró, notó la seriedad de la mujer. “Cuando tu no estuviste. Abraham me contó todo sobre la iglesia.”

“Oh, espero que haya sido útil toda la información. Por lo que escuche estuvo afuera durante mucho tiempo. Si Abraham o Aión se comportaron mal, dígame y me quejare.” Dijo Aurora en un tono ligeramente serio y bromista.

Sin embargo, la expresión de la Cardenal Brousseau se volvió más seria, ella abrió y cerró la boca.

Tal mirada puso seria a Aurora y en su mente vino varias situaciones de las cuales seguramente la Cardenal Brousseau trataba de hablar.

Aurora pisó el suelo y una barrera celeste cubrió todo este espacio, su voluntad dando forma al muro con el objetivo de que incluso los Dioses no escuchara. Luego por fuera otra barrera cubrió y esa barrera mágica fue de su hermano o uno de sus tantos clones que la acompañaba a todas partes como un secretario.

“Sé dónde me he metido Fiona.” Dijo Aurora, fue lo primero que se le vino a la mente y la Cardenal Brousseau abrió y cerró la boca.

“Lo sabes?” Tal fue lo único que esa mujer dijo.

¿Lo sabía? Bueno…

“No, no realmente.” Respondió Aurora con una risa tonta y luego se encogió de hombros. “Pero no me importa. Soy una mujer grande que toma sus propias decisiones y si bien antes no estaba tan informada, lo estoy ahora. Mejor de lo que usted cree.”

Fiona la observó. Esa mujer la cuidaba como una hija y ahora ella notaba esa preocupación, pero a la vez se estaba reteniendo. Incluso si Fiona la cuidaba como una hija, ella nunca se metió en su vida privada o en las decisiones que tomaba.

Antes ella que no había mostrado esa expresión incluso cuando Aurora mencionó que iba a enfrentar a Ojos Grandes por su cuenta, se notaba tensa.

Aurora podía suponer la razón y todo apuntaba a Aión. ¿Fue su sistema? ¿La razón por la cual ese dios permaneció en la tierra?  o… Aurora sonrió ante la preocupación de Fiona.

“Le agradezco que se preocupe por mí. Realmente lo hago.”

“Pero no quieres que me involucre.” Murmuró la Cardenal Brousseau y suspirando, trató de relajarse. “Nunca he logrado que cambies de opinión cuando estás tan determinada. Dudó que lo haga ahora.”

“Entre más vieja me vuelvo más testaruda soy.” Respondió Aurora soltando una pequeña risa y viendo la hora, añadió. “Bueno, me retiro. Tengo una cita con mi novio y esperó disfrutarla.”

Hubo un cambió de expresión evidente en la Cardenal Brousseau y Aurora simplemente sonrió.

“Lo saludare de su parte.” Justo con esas palabras, ella quitó la barrera y luego su hermano quito la suya.

Aurora simplemente se despidió viendo como la Cardenal Brousseau suspiraba y ella salió al exterior.

“¿A dónde ahora?” Preguntó su hermano, que tomó el rol de su secretario.

Aurora iba a ser honesta. Un mago que podía tener miles de clones y conectarse con ellos era extremadamente útil como secretario. Su hermano podía estar realizando miles de tareas al mismo tiempo y ella le podía dar mil más y él lo completaría.

“Esta vez visitare a mi novio.” Dijo Aurora y notó como su hermano fruncía el ceño.

“Kairos Cosmos, cierto?” Dudó ese hombre volviendo a poner su expresión sincera.

“Si, luego te lo presentare.” Respondió Aurora y antes de que su hermano empezara su hechizo, ella manifestó su espada. “Déjame intentar algo…”

Ella se concentró en su voluntad y en su espada, buscando su aura verde para hacer lo mismo que hizo en el Plano Astral y fue más difícil de lo que esperaba. A diferencia de ese mundo donde su voluntad era más perceptible, aquí le demoro dos minutos, pero al final ella sonrió.

Movió su espada cortando el espació entre donde estaba y la oficina de su novio donde ella sabía que él estaba a esta hora. Las defensas del otro lado surgieron y ella utilizó su aura roja, antes de cortarlo y luego con su aura verde cortó el espacio.

Entonces viendo el espacio que se creó que era más como una grieta, ella cruzó al otro lado entrando a la oficina y cerrando el portal, entonces se giró para atrás donde vio a su novio.

Kairos llevaba su traje de oficina mientras estaba detrás de su escritorio con los ojos cerrados, pero al verla la abrió y al instante se tensó.

Su novio era tan guapo como siempre, pero eran sus ojos lo que siempre la fascinaban. Sus ojos brillaban como zafiros y ella sonrió.

“Te extrañe.” Esas fueron las primeras palabras que salieron por sobre cualquier cosa que ella quería decir.

Aurora se acercó al hombre, notó su tensión, la preocupación y miedo, no a ella, sino a lo que ella sabia y ella se acercó, dejando que sus emociones tomaran el control.

“Aurora… Tenemos que hablar.”

Cuando ella trato de besarlo, él la detuvo, tratando de mostrar seriedad y a ella no le gusto. Aurora primero hizo un puchero y luego sonrió malvadamente.

“Un poco tarde para hablar luego de todo lo que hicimos, ¿no?” Dijo Aurora, Kairos resistió sus palabras y si bien hubo vergüenza, lo ocultó bien lo que hizo que ella continuara. “¿No me digas que durante el tiempo que no estuve encontraste otra mujer?” 

Tal idea no le gusto. Aurora no era posesiva o al menos a ella no le gustaba pensar que lo era, pero… La sola idea no le agradaba.

Si eso sucediera, ella tendría que ir a entrenar por un largo tiempo para desahogarse y no iba a negar que la destrucción que tal idea la impulsaba a causar iba a ser a alta.

Fue junto a esas palabras y quizás su expresión, lo que hizo que Kairos primero se quedara tieso y luego frunciera el ceño antes de negarlo rápidamente.

“¿Que? No. Es solo…” Kairos dudó otra vez, volviendo a tragar con dificultad. Sus manos estaban sudando y temblando sutilmente, su mirada estaba fija de ella, pero se tambaleaba como si no quisiera mirarla.

Aurora no podía leer las emociones de su novio con sus habilidades, pero ella no lo necesitaba, Kairos siempre lo mostraba directamente… Siempre mostraba más de lo que debería, siempre tratando de mostrarse tal como era.

“Te amo.” Dijo Aurora sorprendiendo a su novio y ella continuo. “Me gustaría estar a tu lado… Adoro hacerte pasar vergüenza y me encanta ver cómo te avergüenzas. Me gusta nuestras citas, realmente las adoro. También como te esfuerzas con cada acción.”

Ella estaba roja de vergüenza, pero continúo tratando de recuperar la compostura.

“Durante el tiempo que estuve en Beldaría, tuve tiempo para pensar. En mí, en mis objetivos y en mi fuerza, pero también en ti. En todas las veces que hablabas y decías cosas que realmente no entendía. Frases que realmente no comprendía del todo.” Aurora se fijó en él, en sus ojos, en sus reacciones y le tomó la mano. “Y llegue a la conclusión que amo al hombre que conocí cuando lo salve por primera vez de un peligro que ni siquiera le iba a hacer daño. Amo al hombre que prácticamente me siguió a pesar de que no conocía mi nombre.”

Aurora sonrió y se acercó, besándolo lentamente. Un beso suave, no apasionado a pesar de que su pasión había crecido durante su tiempo en solitario, sino que con cariño y amor.

Kairos se relajó con tanta facilidad al escucharla que hizo que Aurora se riera.

“Sin embargo…” Aurora volvió a hablar al separarse y vio cómo su novio se tensaba y ella sonrió malvadamente. “Les contare a mis hijos que su padre prácticamente me acoso para tratar de seducirme.”

Kairos se puso rojo de vergüenza. Aurora le costó descifrar si era porque ella estaba hablando de hijos o por las historias que pensaba contar. Igualmente, ella simplemente se rio y se sentó en sus piernas, prácticamente apoyándose en su torso y miró el rostro de su novio y sonrió felizmente.

“Hablemos luego, mi amor.” Pidió Aurora abrazándolo y sintiendo su aroma, murmuró. “Después de todo, tenemos todo el tiempo del mundo.”

Él reacciono, la abrazó suavemente y Aurora pudo sentir los fuertes brazos de su novio, el cariño, cuidado y también un pequeño suspiro.

Kairos aceptó quien era ella. Una mujer que puso el trabajo por delante de su propia relación y noviazgo. Alguien que desde joven se enfocó en la tarea por delante, ya sea ser una heroína o proteger Zerzura.

“Lo tenemos.” Respondió Kairos. No ya con el tono tembloroso de antes, sino que con seriedad y él la abrazó suavemente. “Yo también te amo, Aurora.”

Aurora se puso ligeramente roja al escuchar como él la aceptaba al igual que ella lo aceptaba a él. 

Ella en el abrazo, al sentir el aroma, el calor que emanaba del cuerpo de su novio, sintió que su pasión se elevaba y dudó. 

¿Era buen momento o…?

“Tengo un libro con el cual necesito ayuda…” Antes de que pudiera decidir si era buena idea, su boca se movió por su cuenta. Al darse cuenta, ella continuó. “Es un libro que tiene instrucciones para dos personas…”

Aurora podía sentir el calor en sus mejillas y prácticamente en todo su cuerpo, ella movió sus manos jugando con sus dedos, pero al final miró a Kairos quien no comprendía que quería hablar.

¿No lo sabe? Aurora ganó confianza al darse cuenta que él no sabía qué clase de libro tenía instrucciones para dos personas.

“Si. Obvio. ¿De qué se trata?” Preguntó Kairos, esta vez más animado que antes. Se notaba que su conversación lo relajo a diferencia del inicio.

Aurora dudó un segundo antes de sacar el libro y ponerlo en el escritorio, entonces abrió la primera página y notó a su novio ponerse rojo de inmediato, pero sus ojos fueron a ella y ella le fascino la forma tan apasionada que él la miraba.

Ella se abalanzó a él y lo besó intensamente y el ultimo pensamiento en su mente fue…

Le tengo que agradecer a Lujuria.


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