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TG - Capítulo 726
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Capítulo 726: Regalo.

Capítulo 726: Regalo.

Aurora mantuvo su mirada en un cristal que proyectaba la situación de la plaza principal de la capital. Su mirada se centró en los nobles que estaban sentados en los balcones en los edificios a cada lado de la plaza.

Ella reconoció algunos, tras leer toda la información que su hermano le había traído, pero en cierta forma no le dio importancia a la presencia de esos nobles. La gran mayoría para no decir la totalidad de los aristócratas eran corruptos, perversos o unos lunáticos en alguna medida.

A quienes ella miró, tampoco fueron los soldados que preparaba la plataforma donde supuestamente su cabeza seria cortada, sino a que las personas que venían desde todas partes de la ciudad.

Algunas por curiosidad, otras atraídas por el miedo. Su hermano avisó del anuncio utilizando la ilusión del Guardián de Beldaría y si bien en este punto la mayoría de quienes trabajaban en el palacio y en el área administrativa estaban controlados por su hermano, todo era de alto nivel.

Lo que significaba que los soldados comunes no eran controlados, al menos no en su totalidad y fueron ellos quienes atrajeron a todas las personas.

Ella alejó su mirada observando otros cristales que mostraban pueblos, aldeas y ciudades por todo el Reino de Beldaría, donde las personas eran atraídas a la plaza sin que ellos se dieran cuenta.

“He preparado la trasmisión.” Dijo su hermano llevando un papel y un pincel, murmuró. “Podemos implementar el sistema de comunicaciones. Manejar la opinión pública por medio de trasmisiones diarias ayudara a controlar la situación y cualquier posible descontento.”

En el papel se mostraba un artefacto traslucido que Aurora apenas podía entender y ella se giró a su hermano.

“Pareces entretenido a pesar de lo que está por suceder.” Dijo Aurora en voz alta.

“Lo único que debo hacer yo es trasmitir un discurso, controlar o arrestar a cualquier individuo que presente un peligro o cause problemas.” Respondió su hermano como si la tarea fuera pequeña y con una sonrisa, añadió. “Y crear un artefacto para implementarlo en todo el reino y trasmitir tu discurso diariamente suena muy divertido.”

Su hermano se rio suavemente viendo su ligera incomodidad. Aurora había dado discursos y no le gustaba, tampoco le agradaba ser la persona que estuviera al frente, a pesar de que entendía las razones por la cual debía serlo.

Era natural, incluso ahora se sentía incomoda y más incómoda por el plan que estaba por implementar.

El plan podía terminar muy mal y no se trataba de que ella fuera considerada una invasora o conquistadora por controlar el reino. Tampoco se trataba de lo que pensaran de ella.

No, Aurora en este punto estaba siguiendo su plan porque ella creía que era lo correcto… No era la primera vez que imponía su creencia entre personas que probablemente la rechazarían.

Quizás no fueran todos, pero aquellos que la rechazarían estarían presente y a ella… No le importaba.

Lo que saldría mal no sería la situación del reino, sino que la escala de toda la situación. Una escala que la excedería por completo y…

“Bien, vamos a trabajar.” Aurora interrumpió sus propios pensamientos y sonriendo, al ver la sonrisa divertida de su hermano, comentó. “El mundo no se cambia solo.”

Ella ya se había decidido y no había vuelta atrás.

******

Elderia se movió entre la multitud mientras tenía una capucha que ocultaba parte de su rostro. Ella se estaba acercando al frente de la plataforma que los soldados estaban preparando.

Su mirada se dirigió a los balcones a varios metros de la plataforma, donde nobles y aristócratas importantes estaban sentados comiendo y bebiendo mientras dialogaban entre ellos.

“Muévanse. Vamos.” Los soldados de atrás de la muchedumbre lo empujaban para que aquellos que fueron atraídos forzosamente se movieran.

Quizás una parte estaba curiosa por aquella persona que luchó contra el Guardián de Beldaría, pero otros fueron atraídos forzosamente… Después de todo, se necesitaba mostrar lo que podía suceder a aquellos que iban en contra del status quo.

Por tal razón, se atrajeron a otros y era probable que también ocurriera por las grandes plazas de la capital, reuniendo a la multitud.

Los soldados y probablemente el Guardián de Beldaría quería mostrar al mundo lo que sucedía con aquellos que se enfrentaban a él… Tal era lo que Elderia estaba pensando.

“Jefa esta no es una buena idea.”

Elderia escuchó la voz de su colega, su mano derecha. Gustav estaba a su lado, no tan cerca como para que ellos parecieran conocidos, pero si lo suficiente para susurrarle.

Su cuerpo delgado y su baja estatura le permitió a Gustav moverse entre todas las personas y ella se encontró con la mirada de su colega.

Vio la herida y el ojo blanco que tanto lo caracterizaba, pero en el ojo restante de color negro, Elderia notó el miedo.

“Quédate lejos y… Mira.” Ordenó Elderia.

¿Qué demonios estaba haciendo en este lugar? Ella había visto a su Gran Maestra luchar y si ella perdió entonces… Elderia no tenía oportunidades.

¿Y entonces porque estaba aquí? ¿Para ver los últimos momentos de la persona que la ayudo? ¿Para verla morir sin poder hacer nada? ¿Quizás para tratar de ayudarla?

Cualquier forma de ayuda significaba la muerte y por más que estúpido que sonara morir por una mujer que conoció brevemente, Elderia no descartaba esa idea.

Elderia llegó al frente de la plataforma y ella notó la poca seguridad, pero no se sintió mejor. El Guardián de Beldaría era suficiente para eliminar cientos de rangos S y ella ni siquiera podría darle pelea.

El tiempo paso, entonces la campana del palacio sonó llevando a que Elderia se pusiera cada vez más nerviosa.

¿Por qué la Gran Maestra fue al Guardián de Beldaría? ¿Fue para hablar con él? Quizás si ella le contara lo que sabía… Si ella le hubiera contado lo cruel que era este mundo, quizás la Gran Maestra estuviera más preparada.

La única razón por la cual no lo hizo fue por el miedo de que ella perdiera su vida tan fácilmente. En este reino los fuertes ejercían el poder y controlaban todos mientras que los más débiles eran impotentes.

Ahora ella era débil…

“El Gran Guardián de Beldaría y…”

El soldado que estaba anunciando al Guardián de Beldaría se quedó callado cuando vio que desde la entrada del palacio no salió el Guardián de Beldaría, sino que una mujer.

Una mujer joven, de cabello negro largo y suelto. La joven llevaba un conjunto simple de cuero que probablemente cualquiera podría comprar en la tienda.

“…”

Nadie habló, todos se quedaron en silencio. No por la presencia de la mujer, su mirada o la calma que ella mostraba ante tantas personas.

No, todos quedaron en silencio porque vieron lo que tenía en la mano derecha. Las gotas de sangre todavía seguían cayendo a cada paso y la cabeza estaba a la vista de todos.

“Que está sucediendo?”

“Ese es el guardián…”

“El guardián… Esta muerto.”

Los murmullos de incredulidad se elevaron y Elderia sintió los empujones y escuchó los gritos a su espalda y miró al cielo donde la mujer era proyectada para que todos lo vieran. Elderia a pesar de que estaba abajo la imagen se proyectaba correctamente sin importar de que angula se mirara y ella sintió que todos en la ciudad estaban observando.

La Gran Maestra, Aurora Campbell, sin ninguna herida, se subió a la plataforma y tiró la cabeza al suelo.

“Zeron, el Guardián de Beldaría está muerto. Yo lo he asesinado.” Anunció Aurora y antes de que las voces surgieran, ella levantó la mano y silenció toda la ciudad.

No fue magia o presencia, fue la calma y la mirada que ella daba. Una mirada solemne que causaba que aquellos que la miraban obedecieran.

“Durante años el Reino de Beldaría han padecido incontables horrores y millones han sufrido. Madres, padres, hijos, hermanos, amigos o conocidos. Nadie se ha salvado de los horrores causados por monstruos en cuerpos humanos.”

A su lado se proyectó incontables imágenes de todo tipo de eventos. Esclavos sufriendo en las minas o en las plantaciones, coliseos donde personas inocentes que antes fueron raptadas eran enviados. Nobles asesinando con sonrisas en el rostro, comerciante que exigían prestamos con interés excesivos o que falsificaban contratos para esclavizar a aquellos que firmaban.

Las imágenes pasaban lentamente, pero ella al mirar entendió el contexto y la situación. La magia era tan avanzada que con unas simples imágenes trasmitía grandes cantidades de información y ella al igual que muchos, lo entendió con solo mirarlo.

Los horrores del que ella hablaba estaban presentes al frente de ellos. Algunos lo sabían y lo disfrutaban o se beneficiaban y otros lo ignoraban no queriendo morir, mientras que algunos pocos desconocían la verdad.

Incluso cuando la esclavitud era legal, era imposible no llamar una escena de horror, cuando el esclavo no era un criminal, era un hombre inocente que un guardia decidió por odio acusarlo.

Todo cambiaba cuando se veían a ellos mismos ante la posibilidad de ser esa persona.

“Este Reino ha vivido con el miedo y sus habitantes han cometido actos inhumanos por ese mismo miedo.”

La proyección cambió, mostrando como soldados capturaban una aldea y las voces de terror hicieron temblar incluso Elderia.

Ella lo vio. Vio a los soldados, vio a su pueblo entre las imágenes, soldados tomaban a los inocentes y los llevaba.

Elderia lo sabía. Demasiado débil para presenciarlo y tratar de desentrañar el oscuro secreto del reino, pero lo suficiente fuerte como para suponer la verdad.

Un secreto donde los mejores soldados guardaban. Un secreto que se ocultaba con los cadáveres de todos aquellos que lo sabían y extendían la voz.

Por tal razón fue a las montañas, una parte era ver a las criaturas del abismo que supuestamente devastaban a los pueblos y otra porque, ella necesitaba volverse fuerte… Lo suficiente para descubrir la verdad.

Y ahora lo sabía.

“Esto es una mentira. ¡Una descarada mentira! ¡Soldados! ¡Detengan a esa mentirosa!”

Una voz surgió, enloquecida y fuera de sí mismo. Todos miraron al Duque de Ferian, uno de los ducados más poderosos del Reino de Beldaría y cuyas proyecciones estaban siendo trasmitidas directamente.

Los pocos soldados se miraron, Elderia ni siquiera tuvo que tomar su espada, ya que una presencia surgió. Dando la impresión de que era una espada afilada que cortaría a todos aquellos que se resistían y los soldados cayeron al suelo pálidos de miedo cuando ellos sintieron la presencia y fue igual para el viejo Duque Ferian, quien tembló de pie a cabeza antes de caer al suelo.

“Señores nobles. Ustedes no tienen el control de este reino. Ya no más.” Aurora habló y aquellos soldados que estaban en el suelo, se movieron mecánicamente deteniendo a los otros soldados.

Al igual que rodearon a los nobles que estaban en las plataformas, impidiéndole escapar o hablar, deteniendo también a aquellos que los protegían.

“Desde este momento este Reino está bajo mi autoridad… No, desde este momento este mundo está bajo mi protección.” Su voz se elevó con claridad.

Sus palabras arrogantes, no ocultaban la mirada firme y seria que ella llevaba y esa mirada fue a parar entre la multitud mirando a cada uno de aquellos que miraban, causando que aquellos que fueron parte del terror del reino, temiera por su vida.

Su mirada fue a parar a ella y Elderia, vio como la Gran Maestra sonrió suavemente y aquella frialdad en su rostro decayó.

“Quiero cambiar este mundo para aquellos que viven en él no sufran a causa de aquellos poderosos. Para que puedan vivir cómodamente, para que no tengan miedo a que en cualquier momento todo aquello que lograron desaparezca. Quiero cambiar por algo mejor… Por un lugar mejor.” 

Este mundo estaba inclinado para los fuertes. La idea de ‘matar para sobrevivir’ no era una idea sin fundamento, era la naturaleza de como todo ser vivo podía subir de nivel.

Sus palabras sonaban como una locura sin sentido. ¿Cómo podría cambiar una sociedad que se ha formado desde que ella tenía razón? La respuesta era la cabeza del Guardián de Beldaría a sus pies.

La respuesta era fuerza. Ella tenía la fuerza para cambiar el mundo por la misma razón por la cual la sociedad se formó de la manera que existía… Porque alguien fuerte guio a los demás y estableció las reglas.

En este mundo el más fuerte prevalece, pero también establece sus reglas y ella no era diferente a los demás, pero su objetivo lo era.

“Cambiaré este mundo para que todos aquellos que deseen tener una vida decente la tengan. No les pediré que me crean o que confíen, pero estaré abierta a aquellos que quieran ofrecer su ayuda.” Dijo Aurora y mirando al público, especialmente a los nobles, añadió. “Algunos actos son imperdonables.”

La nobleza se puso pálida entendiendo lo que representaba este cambio. Un cambio más allá de las leyes actuales, en donde la idea de humanidad prevalecía… Todos sabían lo que era humano y como tal, entendían que significaba ser inhumano.

“Sin embargo, existen otros que merecen una oportunidad y la tendrán.” Dijo Aurora mirando a los soldados y dirigiendo su mirada al frente, añadió. “Aprovechen su única oportunidad.”

Hubo respiraciones de aliviadas y Elderia pudo verlo en los soldados, en algunos comerciantes y personas comunes que temían morir bajo un cambio de reglas radical.

“Si desean cambiar este mundo para mejor pueden acercarse a mí. Aceptare toda la ayuda posible.” Dijo Aurora y mirando el cielo, bajo su mirada al público y anunció. “Y aquellos de más allá de este mundo que desean ayudar. También aceptare su ayuda y lo recompensare con una excelente recomendación a la persona indicada.”

¿A qué se refería con lo último? Elderia no lo entendió, pero su cuerpo se movió naturalmente.

Ella paso entre los guardias, ignorando las miradas entre el público, ella vio que los guardias la miraban al igual que la multitud.

Entre ellos ella vio a su mano derecha Gustav y a algunos que conocía, pero luego vio una mujer alta y guapa, que paso por un segundo en su mente antes de desaparecer, un hombre de baja estatura, un hombre de más de dos metros que antes pasaba desapercibido y… Tales presencias pasaron desapercibidos y ella continuo, acercándose a la plataforma y miró a la Gran Maestra.

La mujer que la ayudó a la primera oportunidad que tuvo. Una mujer que no dudó en ayudarla a pesar de que no la conocía e incluso que ella no había revelado la verdad al hablar.

Aurora Campbell la ayudó sin dudar y ella lo sabía. Si una persona así ayudaba a un desconocido, entonces cualquier cambio que ella quisiera hacer, sería positivo.

“Yo, te ayudare, ¡Gran Maestra!” Anunció Elderia arrodillándose mientras veía a la joven, sonreír con ligera incomodidad antes de sonreír recibiéndola.

“Aceptare toda ayuda.” Respondió la Gran Maestra y su mirada fue a parar a su lado.

Elderia sintió una mano en su hombro y cuando se giró, vio a un hombre de más de dos metros con una sonrisa feroz. El cabello rojo y los ojos rojos destacaba y el gran gigante, se elevó a la plataforma y luego se arrodilló.

“Yo estoy dispuesto a servirle.” Dijo el gigante y apuntando al cielo, añadió. “Y le ofrezco la Centésima Primera Legión bajo mi mando como un regalo por su ascenso al trono y mis bendiciones para su reinado, Su Majestad.”

¿De que hablaba? Elderia miró al cielo y desde el sol notó como miles y miles de luces descendían por todas partes como si las estrellas estuvieran cayendo.

Entre más las luces se acercaban, ella pudo ver figuras que luego quedaron a la vista en el cielo frente a todos.

Hombres y mujeres, cada uno de ellos con una belleza sin igual, sus presencias daban una impresión de santidad que dejó sin aliento a Elderia.

Las alas blancas salían por la espalda y esos seres que volaban, aterrizaron arrodillándose mirando a aquella mujer que quería traer cambio.

“Mierda…”

Y Elderia juró escuchar como esa mujer maldecía en voz baja.


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TG - Capítulo 727
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Capítulo 727: Todo cambiaría.

Capítulo 727: Todo cambiaría.

Una semana y media había pasado desde ese ‘día’ y Aurora como tantas veces en la mañana no quería salir de su habitación.

Estaba en el palacio que una vez el Guardián de Beldaría se había quedado, no en la habitación principal que le parecía demasiado grande, sino que una habitación más pequeña de invitados.

Por la ventana ella podía ver como el sol lentamente se estaba elevando por el horizonte bañando con su luz estas tierras.

“Su Majestad el consejo la espera.”

Aurora escuchó una voz desde el otro lado de la puerta. La voz era suave, agradable y angelical, pero el tono lleno de respeto y la forma que la trataba era lo que hizo que ella se sintiera incómoda.

Ella sabía que su plan iba a causar muchos cambios no solamente a este mundo si no que relacionado a ella.

Aurora se levantó y acomodó su ropa, que si bien era formal era simple para la etiqueta de este mundo. Una ventaja de obtener el más alto estatus del reino era que ella no necesitaba restringirse con la etiqueta.

“Si cambio el mundo puedo cambiar esto…” Murmuró Aurora y luego dirigiéndose a la puerta, la abrió.

Dos guardias estaban a cada lado de la puerta, mujeres altas con un par de alas blancas y armaduras blancas de cuerpo completo con lanzas.

Sin embargo, la persona que le llamó la atención fue su nueva secretaria y ella la miró.

Una mujer de un metro y medio, de ojos rojos y cabello rubio. Su piel era blanca mármol con tintes rosas lleno de vitalidad. En su cabeza se podía ver una aureola dorada que flotaba.

Ella estaba arrodillada mientras su par de alas rojas eran visibles a su espalda y si bien parecía pequeña y su presencia permanecía como una persona normal, Aurora sabia lo poderosa que era la mujer.

“Es una pérdida de tiempo que te arrodilles cada vez que me vienes a buscar Salysia.” Dijo Aurora dándole una señal para que se levantara. “No necesitas ajustarte a mis estándares ni a las de mi mundo.”

Salysia llevaba un traje femenino ajustado que la hizo ver como una secretaria moderna o más específico como la Diosa de las Secretarias… Si es que tal autoridad existiera.

“Aunque con un par de lentes quedarían bien en ti.” Dijo Aurora y viendo que la mujer anotaba, añadió. “Es una broma. No necesitas tomarlo tan en serio.”

“Si hago algo me gustaría hacerlo bien Su Majestad.” Respondió Salysia y viendo que ella sacudía la cabeza, preguntó. “¿Desea que le dé el informe matutino?”

Aurora asintió y empezó a escuchar el informe matutito.

Salysia era la mujer que lideraba la Centésima Primera Legión bajo el Dios de la Ira y la Locura, el Gobernante del Séptimo Infierno y tal legión no era simple.

Una legión de Celestiales que se encargaban de conquistar mundos para un Dios del Infierno, no por medio de la guerra, sino que la infiltración, adoración y pacificación… Ellos gobernaban mundos por medio de la ‘paz’ llevando a que los habitantes eventualmente se rindieran bajo el excelente gobierno de aquellos que adoraban.

Salysia era la persona que controlaba tal legión, también era una de las nietas más jóvenes de Salveroth y así como la Diosa de la Regencia Eterna, cuyos mundos nunca escapaban de sus manos.

Ahora esa misma persona le contaba cómo progresaba la toma de control de este reino que Aurora había empezado con su hermano.

Desde pueblo donde su hermano había llegado para controlar a los influyentes que cometían actos intolerables hasta nobles.

“Gracias a los juicios sobre aquellos que han cometido delitos o han abusado su poder las personas comunes empiezan a entender que clase de persona es usted, Su Majestad. También las noticias diarias que son proyectadas en cada pueblo ha sido excelente para extender las noticias de su benevolencia.”

Aurora en cierta forma estaba realizando una revolución como tal llevar juicios sobre la clase gobernante anterior era una excelente forma de dar a entender su posición y los cambios que ella deseaba traer. 

“Todavía existen algunos que no desean un cambio y otros que le temen, estos últimos lentamente están disminuyendo gracias a las obras que usted ha iniciado. Sus subordinados están ayudando en las plantaciones para evitar la hambruna mientras se abren comedores en todo el reino. Sus soldados arrestan a los malhechores y eliminan a las criaturas peligrosas mientras que empezamos la construcción de casas, orfanatos y…”

Salysia siguió con todo un plan de infraestructura. Desde carreteras que conectarían cada pueblo y ciudad, edificios administrativos, de salud como hospitales o clínicas, de educación o militares para protección.

La lista era interminable y ellos si bien se encargaban de los edificios más importantes, también contrataban y compraban recursos locales a su vez contratando a los habitantes de este reino para de ese modo mejorar la situación económica.

Por supuesto, los recursos necesarios eran tan altos que ellos lo traían de otro mundo junto a la mano de obra necesaria.

Se estaba hablando de miles de personas, administradores, profesores, médicos y toda clase de profesionales.

“Para la llegada de la mano de obra trata de priorizar a los humanos que desean cambiar este mundo y tener una vida en estas tierras. Ellos ayudaran a acelerar la integración en las ciudades y en los pueblos más alejados.” Dijo Aurora y Salysia la observó, sus ojos rojos brillando. “No podemos hacer nada con aquellos que no confían en el nuevo gobierno. Sin embargo, aquellos que buscan su caída o causar problemas de cualquier medio necesitan ser tratados.”

Desde que Salveroth le ofreció la Centésima Primera Legión miles de luces bajaron del cielo. La mayor parte Celestiales como Salysia y ellos tenían naturalmente una presencia sagrada que llevaba a que personas normales disminuyeran su animosidad naturalmente e incluso que los adoraran.

No era lavado de mente, al menos no extrema, simplemente una influencia que incrementaba las emociones positivas hacia ellos. Tal capacidad no servía con aquellos que tenían animosidad o dudas, por lo cual hizo que su trabajo con aquellos antagonistas fuera difícil.

Para Aurora las personas que debían venir a este mundo debían ser aquellos que desearan una vida en este mundo y crear un cambio, convirtiéndose en nativos.

“Aunque ya lo sabias.” Dijo Aurora al ver la sonrisa de Salysia.

“Aquellos que vienen son humanos de un mundo humanista que recientemente ha visto un cambio en su mundo y que están dispuestos a extender ese cambio aquí. He evitado religiosos y…”

“Tráelos.” Dijo Aurora y viendo que Salysia la miraba sorprendida, añadió. “Ofreceremos la fe de los habitantes de este mundo a aquellos que quieran ayudar y cuyos principios apoyen este mundo. Tu como la primera te daré una ventaja.”

Salysia abrió los ojos y luego se quiso arrodillar para agradecerle, pero vio su mirada y se levantó sonriendo suavemente.

Aurora podía leer las emociones que la mujer expresaba en su rostro, pero nada más. Incluso si intentaba sentir las emociones, ella no podía hacerlo. Así que no podía asegurar si lo que Salysia mostraba era real.

Sin embargo, no importaba.

“Una vez que vuelva a hablar con mi cuñada le hablaré bien de tu abuelo.”

“Gracias, ¡Su Majestad!”

Aurora escuchó la voz a su espalda y continuo. Ella no esperaba todo lo que había sucedido.

Que el Dios del Séptimo Infierno le regalara una Legión no era ninguna broma, ni tampoco algo ligero. Se hablaba de un ejército de ciento de miles liderado por una Diosa y que tenía numerosos Semidioses, rangos SSS e incluso Dioses con diferentes mundos.

Salveroth estaba regalando millones de vidas y seres poderosos como si fueran objetos. Como si fuera un pequeño regalo y todo para que ella hablara bien con la Emperatriz del Infierno.

Tal idea no tenía sentido y era una locura, digna del mismísimo Dios de la Locura.

Y Aurora tenía que lidiar con todo.

Ella siguió caminando, entendiendo que ya no era momento para arrepentirse, sino que para avanzar. Únicamente con la ayuda de una Dios del Infierno, ella podía cambiar este mundo o al menos asentar una base de cambio antes de que se fuera.

******

Luego de dejar la reunión del consejo, donde se encontraban algunos trabajadores más especializados de Salysia, Aurora entró a su propia oficina y…

“Debería descansar más, Su Majestad.”

Ella escuchó la voz llena de respeto de su hermano a su espalda. Él estuvo en el consejo, siempre ayudándola en todo lo que ella necesitaba y coordinaba múltiples temas desde la educación como las leyes al igual que la red de información que él había armado.

Entre las personas de ese consejo, él y Elderia eran los únicos que Aurora conocía. Elderia estaba allí presente como una de las primeras personas de este mundo como su consejo, pero no sería la última.

Lamentablemente para ella, Elderia todavía no se adaptaba al ritmo de lo que estaba sucediendo y su hermano…

“Te estas divirtiendo bastante.” Murmuró Aurora al ver la sonrisa de su hermano.

Ella ni siquiera tenía que intentar sentir las emociones de su hermano, él prácticamente estaba sonriendo al ver la situación que ella se había metido.

No se trataba de gobernar el reino, se trataba de que simplemente ahora era tomada como la gobernante de una legión y todo lo que significara obtener un regalo de ese tipo.

“Obviamente.” Respondió su hermano y tomando asiento luego de que ella se sentara, añadió. “Pero para ti lo ha valido la pena, ¿no? ¿Es increíble lo que unas buenas palabras pueden hacer?”

Lo único que ella tuvo que hacer era hablar bien de Salveroth y ella había obtenido todo lo que necesitaba para poner este mundo en marcha.

Se trataba de profesionales y expertos de toda clase que le brindarían todo lo necesario para que este mundo progresara.

Si ella estuviera sola con su hermano o incluso si pidiera ayuda a Cithrel, ella probablemente tendría que supervisar toda clase de asuntos.

Desde lo legal, económico, militar o a niveles menores. Llevaría años cambiar este mundo, crear la infraestructura y cambiar la sociedad.

Sin embargo, Salysia y su gente se encargaban de todo y tenían experiencia.

Por supuesto, Aurora todavía supervisaba ya que ella necesitaba saber que todo iba según su voluntad, pero no se veía involucrada en detalles y más importante, tenía tiempo para enfocarse en otros asuntos.

“Ayúdame a preparar una reunión con la Diosa del Conocimiento y Cithrel. También con otros dioses de los cuales tu creas que sean confiables.” Dijo Aurora y viendo que su hermano la miraba curioso, añadió. “Permitiré religiones y las construcciones de templos.”

“Vender la fe es un buen negocio.”

Si Aurora trataba de ser más general y no especifica, su hermano apunto al asunto real… Este mundo tenía una gran cantidad de habitantes y permitir que dioses extranjeros vinieran y extendieran la fe se podía llamar un negocio.

Aurora no podía saber cuántos mundos existían en este universo, no obstante, la realidad era que un planeta era valioso… Y uno que estuviera relacionada a ella aún más.

Ella ya no podía negar su influencia, incluso si provenía de su hermano y su cuñada.

“Necesito preparar un buen contrato. Uno que este enfocado en la protección de este mundo y que permita el surgir de un Dios local.”

Ella no iba a tomar este mundo, al menos no directamente. Decidida como estaba para cambiar la sociedad y crear algo nuevo, que siguiera sus propios valores, también significaba patrocinar a cualquiera que fuera decente y que pudiera convertirse en un dios… Uno en el que ella confiara.

Dios extranjeros vendrían y extenderían su fe y sus dominios hasta que eventualmente surgiera un nuevo Dios que gobernaría este mundo y que sería favorecido por aquellos que tuvieran influencia en este mundo.

Un Dios o varios Dioses era necesarios y más cuando este mundo fue invadido por Dioses y aquellos que lo seguían.

Al pensar sobre ello, Aurora miró a su hermano y…

“No he visto a los invasores desde que llegue. Me cuesta imaginar que ellos no se hayan infiltrado en este reino. Así que supongo que tú te encargaste o… El escenario está más arreglado de lo que parece.” Dijo Aurora y…

“He asesinado individuos de menor importancia. Sin embargo, estas tierras… Este reino es simplemente una parcela de tierra salvaje donde animales son dejados solos para que crezcan y se reproduzcan, tomando especímenes cuando son necesarios. Más allá de estas cordilleras es donde los humanos se encuentran bajo el yugo y la vigilancia de sus dueños.”

La expresión de su hermano era tranquila, él no estaba mintiendo. Aurora había visto imágenes de lo que sucedía más allá de estas tierras y ella no pudo alcanzar esos lugares, no en este momento.

Podría iniciar una guerra enviando la Legión a luchar y conquistarlo. Ellos ganarían, Aurora lo sabía. Aun así, la preparación era importante al igual que la información.

“Mis clones han estado enfocándose en el exterior y…”

“Yo me encargare.” Dijo Aurora, su voz seria y simple. La mirada de su hermano se fijó en ella entendiendo a lo que apuntaba. “A pesar de mi deseo de ayudar no puedo olvidar mis razones al venir aquí. Iré a esas tierras y me encargare de enfrentar a cualquiera que se oponga.”

Aurora no sabía qué tipo de enemigo la esperaba y tal dificultad era lo que ella necesitaba. De por si, en la tierra se enfrentaba a enemigos que ella desconocía y ella necesitaba estar preparada o al menos, tener la experiencia suficiente para lidiar con todo lo inesperado.

Aun así…

“Necesitamos rescatar a todos los humanos. No quiero distracciones mientras me enfrento a lo que sea que haya invadido a este mundo.”

Su voz fue casual. Hace años ella dudaría en pedir ayuda, ya fuera a Jezabel, Aión u a otros dioses, siempre dudando no queriendo relacionarse con ellos, incluso a costa de vidas inocentes.

Muchas vidas se habrían salvado si ella no fuera tan temerosa y no dudara tanto. Y ahora no iba a dudar.

Esta vez iba a pedir ayuda a un Dios… No, le iba a ordenar a uno.

“Dile Salysia que prepare un plan y si necesita más ayuda le pediré a Avaricia. Él me debe un favor o varios.” Aurora dio su orden y su hermano sonrió al verla llena de confianza.

Gruvreas también conocido como Avaricia fue quien le reveló lo de su hermana y fue obvio que la razón fue para que el clon de Jezabel la trajera a este mundo… Y tal ‘traición’ era lo que Aurora se aprovecharía obligando a ese Dios de la Avaricia a aceptar sus demandas.

Ya estaban atrás los días que ella resolvía los problemas a medias siempre dudando. Desde este punto, ella necesitaba aprovechar todo lo que tenía y necesitaba acostumbrarse a hacerlo.

Después de todo, Aurora necesitaba volver a la tierra y cuando lo hiciera… Todo cambiaría.


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