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PME - Capítulo 5
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Capítulo 5. El sumo sacerdote del Pacto de Fhtagn

Traductor: Crowli

Capítulo 5. El sumo sacerdote del Pacto de Fhtagn

La voz del sumo sacerdote sonaba vieja y gruesa. Era como si su garganta estuviera cubierta por una capa viscosa de flema. Su voz hizo que Charles se sintiera extremadamente incómodo.

“¿Dónde está el artefacto?”, preguntó Charles.

“No está lejos. Está en una isla recién descubierta a la izquierda del Archipiélago de Coral”.

Charles continuó preguntando: “¿Por qué yo? Hay muchos otros que son más fuertes que yo y con un barco aún mejor”.

El sumo sacerdote soltó una risita: “El lugar es un poco peligroso. Necesitamos un capitán cauteloso”.

Charles no creyó al sumo sacerdote cuando este dijo que solo era un poco peligroso. Un poco de peligro no justificaría una recompensa de un millón de ecos.

“Seguro que no soy la única persona con la que habéis hablado. ¿Qué ha pasado con los demás?”.

“Capitán Charles, ¿no proclamó que compraría una nave de exploración? Si le teme incluso a este pequeño peligro, dudo que pueda convertirse en un héroe que pueda expandir los territorios de la humanidad “respondió el sumo sacerdote, con voz manchada de desprecio.

A juzgar por el hecho de que la figura vestida de carmesí que tenía ante sí no respondía directamente a su pregunta, Charles supo que sus predecesores debían haber corrido una suerte desfavorable. Ese lugar era sin duda muy peligroso. Lo pensó unos momentos antes de decidirse finalmente a hacer de tripas corazón. La fortuna favorecía a los valientes, y no quería retrasar más su viaje a casa.

¿Y el peligro? Ninguna expedición era realmente segura ahora. Mientras desembarcaran en el mar, donde las criaturas acechaban en las profundidades, ningún lugar era realmente seguro.

“De acuerdo. Pero, ¿cómo puedo garantizar que mantendrá su palabra?”.

El sumo sacerdote pareció comprenderlo y respondió: “Puedo depositar la recompensa en el Banco Albion. Ellos pueden ser los testigos”. Hizo una pausa de unos segundos. “Sin embargo, tengo una pregunta. Capitán Charles, ¿por qué está tan ansioso por comprar un barco de exploración? ¿Es por poder? ¿Por dinero? ¿O tal vez por honor?”.

Charles no tenía intención de ocultar su objetivo final. “Por la Tierra de la Luz”.

Al escuchar la respuesta de Charles, la figura vestida tembló mientras su voz envejecida graznaba con un toque de pánico.

“Por la Tierra de la Luz. ¿Es usted por casualidad un seguidor de la Orden de la Luz Divina?

“No.

El sumo sacerdote dejó escapar un suspiro de alivio. “Eso es bueno. Si realmente fuera uno de esos herejes, entonces tendría que reconsiderar nuestra transacción. No te involucres con esos completos lunáticos. ¡Son una secta malvada!

Charles no pudo evitar encontrar divertido que un seguidor del Pacto Fhtagn que disfrutaba ofreciendo sacrificios humanos en vivo dijera tales palabras. Este era el ejemplo perfecto de quien se mete en camisa de once varas. Según el estándar de la sociedad de la superficie, todas las religiones en este mar subterráneo eran sectas. Todos sus rituales religiosos eran tan antihumanos como podían serlo.

Después de que Charles saliera del confesionario, Garfio entró en la habitación una vez más. Esta vez, sostenía una copa de sangre y la colocó respetuosamente detrás del sumo sacerdote.

“Ve y finaliza el contrato con él ahora. Haz que se vaya lo antes posible.

Garfio asintió y eligió cuidadosamente sus siguientes palabras.

“Su Santidad, ¿cree que este viaje será un éxito?

Un tentáculo negro se extendió desde debajo de la manga de la túnica del sumo sacerdote, enroscándose alrededor de la copa antes de retraerse en su interior.

“Podemos tomarnos las cosas con calma. Este es solo el noveno. Ten paciencia. El artefacto del Señor solo puede pertenecernos a nosotros”.

Sin perder tiempo, Charles y Garfio se dirigieron al banco más grande del Archipiélago de Coral.

En cuanto vio al calvo escribir “Pacto Fhtagn” en el contrato, Charles se sintió aliviado. La legalidad del acuerdo había sido ahora refrendada por el gobernador del Archipiélago de Coral. El Pacto Fhtagn nunca podría retractarse de su palabra porque el precio a pagar por hacerlo sería mucho más de un millón de Ecos.

“Capitán Charles. He oído que su primer oficial ha dimitido, ¿es cierto?

“¿Tiene eso algo que ver con nuestra transacción? Charles guardó el contrato en un bolsillo interior de su ropa.

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“Por supuesto que no. Solo queremos asegurarnos de que puedas completar la misión lo antes posible. El Pacto Fhtagn ha elegido específicamente un primer oficial para ti. Tiene una amplia experiencia en navegación, así que por favor no rechaces nuestra oferta de ayuda.

Charles frunció el ceño y miró fijamente al hombre calvo. “¿Esto es para vigilarme?

“No, no. Solo está ahí para guiarte. Esa isla está bastante aislada y nos preocupa que no puedas encontrarla.

Para ser sincero, a Charles no le importaba. Ambos compartían un interés mutuo por este viaje y, por muy locos que estuvieran esos sectarios, no enviarían a nadie para entorpecer las cosas deliberadamente.

“Zarparemos dentro de tres días a las seis de la mañana.

Tres días después.

Los muelles ya bullían de actividad a primera hora de la mañana. Equipos de trabajadores cargaban y descargaban mercancías como diligentes hormigas obreras.

Charles esperaba de pie en la proa de su barco. El otro miembro de la tripulación estaba en cubierta, enfrascado en una conversación informal. Entre ellos había dos caras nuevas: dos marineros recién contratados. Mientras tanto, el antiguo marinero Dipp había sido ascendido a contramaestre.

El joven recién ascendido parecía emocionado. Tenía las manos entrelazadas a la espalda mientras instruía a los recién llegados como si tuviera muchos años de experiencia en navegación a sus espaldas, a pesar de que eran mayores que él.

El segundo ingeniero y el cocinero junto a Dipp parecían menos despreocupados. Sabían que esta misión era más de lo que se veía a simple vista.

“James, pensé que podrías irte como lo hizo el viejo John”, comentó el delgado cocinero Frey.

“El capitán me salvó la vida. Le seguiré a donde quiera que vaya. Además, el capitán dijo que las recompensas de la misión son generosas. Una vez que reciba mi parte, podré proponerle matrimonio a Mosicca”, respondió el hombre alto con una sonrisa radiante mientras imaginaba la escena de la boda.

“¿Y si mueres? Esta no es una simple misión de transporte. Explorar islas es una tarea destinada a los exploradores”.

“No tengo miedo. No es tan malo si morimos todos juntos “respondió James. Luego se volvió para mirar a su compañero y preguntó: “¿Y tú, Frey? ¿Por qué viniste?

“Ya conoces mi personalidad. Soy demasiado vago para ir a otro sitio “respondió Frey mientras su mirada tranquila se posaba en la espalda de Charles.

En realidad, Frey había decidido no irse porque, unos años antes, había visto a Charles sacar un objeto rectangular de la intimidad de la cabina del capitán. Ese objeto podía reproducir música como un fonógrafo e incluso podía ofrecer una representación teatral fantasmal.

Aunque no tenía ni idea de qué objeto se trataba, tenía la fuerte sensación de que era una especie de poderosa reliquia, y sospechaba que las lágrimas eran el precio que el usuario tenía que pagar. Porque ese día, también había visto al capitán, normalmente racional, llorar como un niño.

A partir de ese momento, Frey sintió que debía seguir a este capitán hasta el final de su carrera náutica. Su seguridad estaba asegurada si su capitán tenía en su poder una reliquia tan poderosa.

Lo más importante en una expedición era mantenerse con vida. Las recompensas o la carga de trabajo eran insignificantes en comparación.

Una y otra vez, su elección demostró ser la correcta. Aquellos que habían comenzado su carrera de navegación más o menos al mismo tiempo que él estaban en su mayoría muertos, pero él estaba vivo y coleando.

De pie en la proa del barco, Charles entrecerró los ojos de repente. A lo lejos, podía ver a un grupo de figuras vestidas de negro guiadas por Garfio mientras se abrían paso entre los trabajadores hacia el muelle.

“¿Dónde está? Date prisa. No tengo tiempo”, comentó Charles con impaciencia.

Garfio sonrió y aplaudió. Una persona detrás de él dio un paso adelante en respuesta.

Cuando Charles vio el aspecto del hombre, pensó que estaba ante una momia. El individuo estaba completamente envuelto en vendas de color caqui sin un centímetro de piel al descubierto.

“Puedes llamarlo Vendas o cualquier otro nombre que prefieras. Solía ser primer oficial y conoce la ubicación de esa isla. Será de gran ayuda para tu expedición actual”.

“¿Está vivo lo que hay dentro?”, preguntó Charles, con voz llena de precaución.

“Ja, ja. No te preocupes. Es humano. Está vivo y coleando “respondió Garfio. Luego sacó una daga y le hizo un tajo en la cara al hombre vendado. La venda se aflojó y dejó al descubierto la piel negra, mientras la sangre carmesí brotaba de la herida.

“¿Una persona negra? ¿Existen en este mundo?”. Charles miró más de cerca y se dio cuenta de que se había alegrado por nada. La piel del hombre no tenía el tono distintivo de cierta raza de la superficie, sino que era de un negro azabache debido a las letras tatuadas que cubrían densamente todo su cuerpo. El anhelo de Charles le hacía saltar ante cualquier cosa que pudiera insinuar remotamente una posible ruta de regreso a casa.


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