La Luna Resplandeciente
Zhao Kongcheng estaba completamente confundido.
¿Qué hacia este mocoso bajo la lluvia? ¿Cómo supo que estaba aquí, incluso con la Zona activada? ¿Tiene que venir justo ahora que lo están aplastando? ¡Qué vergüenza!
—¿Qué te importa lo que hago? Sé que estás luchando con ese monstruo, ¡déjame entrar! Ya soy bastante fuerte ahora, puedo pelear —gritó Lin Qiye desde fuera.
—¡Que mierda! —respondió Zhao Kongcheng—. ¡Esto no es un simple ghostface, es el Rey de ellos! Dos niveles por encima de ti. ¿Qué vas a hacer, pegarle como a uno de esos matones de secundaria?
Aunque se había jurado protegerlo, las palabras insistentes de Lin empezaban a calar hondo:
—¡Si quieres cenar, mata al Rey Fantasmal y volvamos juntos! —exclamó Lin con firmeza.
Dentro del área restringida, Zhao Kongcheng fue derribado nuevamente. Apenas logró levantarse utilizando su espada como apoyo.
—Déjalo… —tosió sangre—. No puedes entrar aquí a menos que yo lo permita… o hasta que muera. Si entras, será solamente un suicidio.
Tras unos segundos de silencio, ya no hubo más golpes desde el exterior. Zhao sonrió débilmente.
Eso es, ve a casa y come… Deja el resto al Vigilante Nocturno.
Bajo la lluvia, frente a él, el Rey Fantasma, con una figura colosal cubierta de heridas, aún permanecía firme. Su resistencia mítica era abrumadora. Zhao, en cambio, estaba al borde del colapso.
Con manos temblorosas, sacó un emblema de su bolsillo: dos espadas cruzadas con su nombre grabado debajo. Recordó sus días como recluta en los Vigilantes Nocturnos.
“El emblema no solo es nuestra fe, sino nuestra última arma.”
Dentro del emblema había una pequeña aguja impregnada con un compuesto llamado Guishenyin. Este estimulaba el cuerpo más allá de sus límites, otorgando zonas prohibidas incluso a quienes no los poseían. Pero su uso venía con un precio: la vida misma.
Zhao sonrió mientras la lluvia mezclada con sangre corría por todo su brazo.
—Llevo esperando este día demasiado tiempo… —murmuró, hablando tanto para sí mismo como para el Rey.
Con un movimiento firme, hundió la aguja en su palma.
—¡Maldición, esto duele! —dijo con una mueca.
La energía recorrió su cuerpo como un torrente puro, cada una de sus células vibrando en todo su ser. La fatiga y el dolor desaparecieron, reemplazados por una sensación de poder absoluto.
Una fuerza desconocida emanó de Zhao mientras levantaba su espada con renovada determinación.
El Rey Fantasma, percibiendo el peligro, lanzó un rugido y cargó con brutalidad. Zhao lo enfrentó con calma, su postura recta como nunca.
—Una sola estocada…
Levantó su espada y, con un movimiento certero, desató un arco negro de energía en forma creciente. Este cortó el aire y, antes de que el Rey pudiera reaccionar, su brazo fue cortado, volando hacia el cielo.
Zhao Kongcheng río a carcajadas, con el rostro empapado de lluvia.
—¡Secuencia de Zonas Prohibidas 083: [Min Sheng, ¡Luna Resplandeciente]! —exclamó—. ¡Ja, lo sabía! ¡Yo, Zhao Kongcheng… soy un maldito genio!
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