Lo siento
Cuando salieron al pasillo el ambiente se sentía incomodo.
—Lo siento, Qiye. ¡De verdad lo siento mucho!
Li Yifei estaba allí, con la cabeza gacha, disculpándose repetidamente.
—Estaba demasiado asustado… No pensé en nada más, solo corrí. Los dejé a Jiang Qian y a ti en ese lugar. Y eso causo que….
» No espero que me perdones, pero como compañeros de clase, quiero disculparme sinceramente contigo. ¡Lo siento!
Li Yifei no se atrevía a mirar a los ojos de Lin Qiye, pero su tono era genuino.
Cuando terminó, Lin Qiye habló lentamente:
—Es normal correr por tu vida. No pasa nada. —Le dio una palmada en el hombro—. Si hubiera estado en tu lugar, habría corrido mucho más rápido que tú.
Después de un momento de silencio, Yifei murmuró:
—Por cierto, ¿tú también firmaste el acuerdo de confidencialidad?
Lin Qiye dudó por un instante, luego asintió.
Eso confirmaba que Zhao Kongcheng no le había mentido. Al parecer, realmente no hacían nada en contra de los testigos mientras cumplieran con el acuerdo de guardar silencio. Que Li Yifei hubiera escapado de aquella criatura y luego firmado el acuerdo tenía sentido. Li Yifei suspiró.
—Aunque no me hubieran hecho firmar, no diría nada. No quiero recordar ese día nunca más, mucho menos arruinar mi vida en la cárcel solo por romper un acuerdo.
Se apoyó en la barandilla del pasillo, mirando el bullicio del campus con una mirada de melancolía y anhelo.
—En realidad, desearía poder unirme a ellos.
—¿Quieres unirte? —preguntó Lin Qiye sorprendido.
—Sí. Lo mencioné cuando firmé el acuerdo. Dije que dejaría mis estudios para unirme, pero… no me aceptaron.
—¿Por qué quieres unirte? Estás a punto de ingresar al instituto deportivo.
—Ser un estudiante de deportes es aburrido. No, diría que ser una persona normal es aburrido. —Los ojos de Li Yifei brillaron con entusiasmo—. Unirme a una organización misteriosa y poderosa, luchar en las sombras, acumular logros y, algún día, que el mundo recuerde mi nombre. ¡Eso es vivir de verdad!
—Estas soñando demasiado bonito. —Lin Qiye rompió su ilusión—. Tal vez en tu primera misión acabes muerto, te hagan pedazos, y nadie, ni siquiera tus padres, se entere de tu muerte.
—………Qiye, ¿No es tu imaginación demasiado sangrienta?
—No es imaginación. Lo que dices si lo es.
Li Yifei suspiró con resignación.
—De todas formas, no me aceptaron. Lo único que me queda es llevarme este secreto a la tumba.
—Mhm. —Lin Qiye miró la hora—. Es momento de volver a clase.
Ambos regresaron al aula, y Lin Qiye notó que Li Yifei parecía más relajado. Parecía que el peso de la culpa por Jiang Qian y de su propio escape lo había estado aplastando.
El día transcurrió rápidamente. Cuando terminó, Lin Qiye tomó su mochila y se dirigió a casa.
Últimamente, tras los incidentes con Wang Shao y Jiang Qian, la escuela había suspendido las clases nocturnas para evitar más problemas, lo que permitía a los estudiantes irse temprano.
Caminando bajo una lluvia cada vez más intensa, llegó empapado a casa. Pero al abrir la puerta, el aroma de una deliciosa comida disipó su incomodidad
—¡Qiye! ¿Por qué llegas así? —exclamó su tía al verlo—. Si no tienes paraguas, busca refugio o llámame. ¡Podrías enfermarte!
Lin Qiye sonrió mientras se rascaba la cabeza.
—Anda, arréglate. Por cierto, tu profesor de educación física vino a buscarte. Está en tu cuarto.
—¿Mi profesor? —preguntó sorprendido.
—Sí, dijo que quería hablar contigo.
Intrigado, Lin Qiye subió apresuradamente. Al abrir la puerta, vio a un hombre de mediana edad, familiar, sentado cómodamente con una taza de té y una sonrisa en el rostro.
—¿Eres tú? —frunció el ceño Lin Qiye—. ¿Cómo sabes dónde vivo?
Zhao Kongcheng sonrió, sosteniendo un pequeño emblema en la mano.
—Desde esa noche, aprendí a ser precavido. Dejé esto en tu bolsillo ayer. Es un localizador.
—Ya te dije que no me uniré.
—Lo sé. No vine a eso.
—Entonces, ¿estás aquí para que firme el acuerdo de confidencialidad?
—Tampoco. —Zhao Kongcheng negó con la cabeza—. Reporté que habías desaparecido. Si te dejo firmar, descubrirán que sigues aquí y enviarán a otros. Y ellos… no serán tan fáciles de tratar como yo.
—Entonces, ¿para qué viniste?
Zhao Kongcheng sacó un rollo de papel, lo puso sobre la mesa y lo desenrolló lentamente.
—La paga de los Guardianes Nocturnos es mejor de lo que crees. Tras años de trabajo, tengo algunos ahorros.
Cuando el papel se desplegó, lo que reveló dejó a Lin Qiye momentáneamente sin palabras.
Era un grueso fajo de billetes.
Inicia sesión para reaccionar y/o comentar a este capítulo
Comentarios del capítulo: (0)