003
Zhao Kongcheng sentía que estaba a punto de explotar de rabia.
—¡¿Quién soy yo?! Soy la víctima inocente de tus engaños de anoche, ¡me dejaste congelándome en el viento frio toda la noche!
Zhao Kongcheng agarró con firmeza la mano de Lin Qiye, como un hombre celoso que teme perder a su novio que estaba siendo arrebatado.
—Te lo digo: ¡basta de fingir! Hoy no te escaparás.
Lin Qiye miró su brazo atrapado, suspiró y decidió no luchar más. Su expresión reflejaba resignación.
—De acuerdo. ¿Dónde hablamos?
—Sígueme.
Sin soltarlo, Zhao Kongcheng comenzó a caminar con grandes zancadas hacia un destino desconocido.
Sin embargo, cuando Lin Qiye notó que se dirigían hacia un hotel del amor, su rostro cambió por completo. ¡Quería escapar de inmediato!
Pero Zhao Kongcheng no le dio la oportunidad. Lo sujetó aún más fuerte, lo inmovilizó y lo arrastró hacia el interior del hotel.
—¿Qué planeas hacer conmigo? ¡Te advierto que tengo hemorroides y no se ven nada bonitas…no intentes nada raro!
—… ¿Qué clase de cosas imaginan ustedes en la secundaria? Esto es solo un lugar para hablar.
—¿Un hotel del amor para hablar? ¿No viste las miradas de la gente en el camino? ¡Estoy muriendo de vergüenza!
—¿Qué sabes tú? Este es un lugar seguro. No tengo otra intención. Además, ¿acaso tengo pinta de ser ese tipo de persona?
Zhao Kongcheng puso los ojos en blanco mientras arrastraba al joven hasta la recepción. Allí, lanzó una guiñada exageradamente teatral a la sorprendida recepcionista.
—Una habitación temática de pasión dinámica, por favor.
Lin Qiye: …
La recepcionista los miró, sorprendida, y luego, al ver a Lin Qiye con expresión de víctima, sus ojos se iluminaron como si estuviera imaginando una escena sacada de sus fantasías del tipo de novelas que estaba leyendo recientemente.
—¡Claro, claro! Necesito sus identificaciones, caballeros… también la del jovencito.
Forzado, Lin Qiye entregó su documentación mientras miraba a la emocionada recepcionista, sin comprender qué clase de historia absurda se había formado en su mente.
Y no era para menos. Un hombre de mediana edad llevando a un adolescente a un hotel del amor para rentar una suite gay temática no parecía ser solo para hablar.
—Aquí está su tarjeta de la habitación. Habitación 3966. ¡Que disfruten su estadía! —dijo la recepcionista con una sonrisa que apenas disimulaba su emoción.
Lin Qiye apretó los puños con fuerza.
—¿Qué haces ahí parado? Vamos. —Zhao Kongcheng lo llevó al elevador.
Cuando finalmente entraron a la habitación y Lin Qiye vio la habitación decorada con un gusto cuestionable, comprendió cómo gastaban los ricos su dinero, además sintió que su pureza había sido totalmente destrozada.
¡Suficiente pasión por una vida!
Zhao Kongcheng cerró con llave, dejó de sujetarlo y se desplomó en la cama eléctrica, relajando al fin su cuerpo tras un día tenso.
—No te pongas tan nervioso. De verdad solo quiero hablar.
Lin Qiye suspiró, sentándose en el sofá cerca de la puerta.
—¿De qué quieres hablar?
—De ti, por supuesto. Lin Qiye, hombre, 17 años, soltero, altura 1.75, peso…
—No me refiero a eso.
Zhao Kongcheng se frotó la frente y, apuntando con un dedo hacia los ojos de Lin Qiye, dijo:
—Hablo de tus ojos, ¿Has visto a Miguel?
Al escuchar eso, el cuerpo de Lin Qiye tembló ligeramente. Tras dudar un momento, asintió.
Era evidente que el hombre frente a él sabía mucho más de lo que aparentaba, y las fuerzas que lo respaldaban no eran simples. Además, esa frase contenía una revelación importante: el ángel ardiente que vio hace diez años era nada mas y menos que el famoso Miguel, el rey de los ángeles.
Al ver que Lin Qiye asentía, Zhao Kongcheng suspiró aliviado, mientras sus ojos comenzaban a brillar con intensidad.
—Entonces, dime ¿Por qué te buscó? ¿Qué te dijo? ¿Qué tan lejos puedes llegar en tu Zona Divina en estos momentos?
El torrente de preguntas de Zhao hizo que Lin Qiye frunciera el ceño y negara con la cabeza.
—Haces demasiadas preguntas.
Zhao Kongcheng notó su error y cambio su enfoque.
—Es cierto, seguro que tienes muchas dudas. Déjame responder primero. Pregunta lo que quieras saber.
Lin Qiye reflexionó por un momento, miró fijamente a Zhao y formuló su primera pregunta:
—En este mundo… ¿los dioses mitológicos existen de verdad?
—Existen —respondió Zhao sin dudar—, pero no todos.
—¿Qué quieres decir?
Zhao Kongcheng parecía debatir cómo comenzar.
—¿Qué crees que son los mitos?
—¿Un refugio espiritual para los antiguos? ¿El miedo y la fantasía frente a fuerzas desconocidas de la naturaleza?
—Correcto…o lo era. —asintió Zhao—. Hasta hace cien años, todos pensábamos eso.
—¿Hace cien años?
—Es verdad que antes de la niebla no había rastro de dioses en este mundo. Pero desde que apareció esa niebla que cubre la Tierra, todo cambió. En septiembre de 1922, un equipo de exploración en Bactria avistó un enorme dragón volando sobre la Fosa de las Marianas. Fue la primera vez que se observó una criatura mitológica. Tras años de investigación, se concluyó que era el Leviatán, el dragón del caos bíblico. Este descubrimiento cambió por completo nuestra comprensión del mundo. Desde entonces, comenzamos a numerar a estas entidades, siendo el dragón del caos el primero en registrarse como “Entidad 001”.
—¿Y Miguel?
—Fue observado en 1928. Pero no lo encontramos nosotros.
Zhao continuó:
—En marzo de ese año, un rayo de luz atravesó el universo desde la Luna, destruyendo un volcán en Norteamérica. Solo entonces supimos que había un dios allí.
—¿Qué había en ese volcán?
—En las ruinas, hallamos los restos sellado de la Entidad 004
—¿Quién?
—Lucifer, el Ángel Caído.
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mode_commentComentario de Spice121U
(*)El Leviatán es una criatura mitológica que aparece en diversas tradiciones religiosas y culturales, especialmente en la Biblia y en la literatura judía, aunque ha sido interpretado de distintas maneras a lo largo de la historia. Su imagen varía según las fuentes, pero generalmente es descrito como un monstruo marino gigante, a menudo asociado con el caos, la oscuridad y la destrucción.