Dominio Sin Restricciones
La noche brillaba con luna tenue y en el cielo se encontraban unas pocas estrellas. La campana de la clase de autoestudio nocturno sonó anunciando el fin de las clases, y los estudiantes salieron del aula en grupos, charlando y riendo bajo la noche; tal vez este era su momento más relajante después de un día agotador.
Sin tareas, sin maestros, rodeados de amigos, llegar a casa, darse un baño y meterse a la cama cómodamente... ¿Qué podría ser mejor?
En medio de la multitud dispersa, un gran grupo de más de una docena de personas avanzaba con firmeza hacia la salida de la escuela. En el centro, se encontraba un joven con una venda negra cubriendo sus ojos con un bastón en sus manos, estaba rodeado, parecía el relleno de un dumpling, envuelto con precisión.
—En realidad… puedo volver solo —dijo Lin Qiye, torciendo ligeramente la boca con algo de resignación.
—De hecho puedo ver, solo que mis ojos no toleran realmente la luz…
—¡Ni una palabra más, Lin Qiye! -Jiang Qian lo interrumpió con tono firme, —Le prometimos a tu tía cuidarte bien, ¡y eso haremos!
—Sí, además vamos en la misma dirección.
—Yo también voy en esa dirección.
—…..
En el fondo, Lin Qiye preferiría ser alguien aislado; tras tanto tiempo en la soledad, no estaba muy acostumbrado a esta atención, lo hacía sentirse incómodo. Por supuesto, un caso aparte era su tía y Yang Jin, eran diferentes, porque eran su familia. No obstante, ante tanta amabilidad, no podía decir nada y solo siguió al grupo.
—Yo doblo en la esquina adelante, pero puedo caminar con ustedes un poco más.
—Yo giro aquí. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana.
A medida que avanzaban, algunos compañeros se despedían para tomar otras rutas, hasta que el grupo se redujo a cinco personas. Con menos ruido y espacio a su alrededor, Lin Qiye exhaló profundamente. El silencio trajo una calma que lo hacía sentir más en su elemento.
—¿Creen que la niebla volverá y devorará Daxia? —Li Yifei preguntó con curiosidad.
—Los expertos dijeron que es poco probable que vuelva, —contestó Jiang Qian con una mirada de reojo.
—De todos modos, en cien años no estaremos aquí, así que, ¿Para qué preocuparse?
—Bah, los expertos siempre fallan. Imagínate: apenas ingresamos a la universidad, y sin disfrutar de la vida, la niebla cubre todo. ¡Vaya pérdida!
—¿Es por eso que no estudias? —Jiang Qian se puso delante de Li Yifei. —Recuerda que el profesor Wang dijo que, si quedas último en el examen, te pondrán junto al podio.
—Sí, sí —sonrió Li Yifei.
—Yo realmente dudo que la niebla vuelva —interrumpió Wang Shao. —Solo un fenómeno natural, como lo fue la era de hielo; alcanzará su punto crítico y retrocederá, dejando espacio para una nueva era.
—¿Ah, te refieres a la teoría de que es un desastre natural? Parece que muchos están de acuerdo. —comentó Jiang Qian, asintiendo.
—¿Y si… no es un fenómeno natural?
Lin Qiye, que había permanecido en silencio, habló de repente.
Wang Shao se detuvo un momento y luego se rio.
—¿No me digas que crees en lo que dicen esos ‘expertos en lo sobrenatural’, que dicen que la niebla está relacionada con lo espiritual? En el siglo XXI, debemos confiar en la ciencia. No hay tantos misterios en el mundo.
Lin Qiye no respondió; sabía muy bien que en el mundo existían cosas más allá de la ciencia, pero que no tenía que hablar de ellas.
—Para ser honesto sería más interesante si existieran —murmuró Li Yifei.
—Estas cosas no nos preocupan; mejor esperemos las vacaciones del Día de la Vida para poder dormir. —Jiang Qian sonrió.
—¡Exacto, las vacaciones son lo mejor!
Mientras tanto, en la zona antigua de Cangnan. Un hombre caminaba por una calle desierta con una señal de advertencia sobre su hombro, las viejas farolas proyectaban una luz tenue, alargando su sombra. Al llegar a una calle estrecha, colocó la señal bajo la tenue luz de una farola, y observó el cartel:
“Prohibido el paso”
—Es aquí…
El hombre se recostó bajo la lámpara, encendió un cigarrillo y activó su audífono.
—Capitán, tercer cartel en su lugar.
—Entendido. Empecemos la operación.
Frente a la señal, el hombre apretó el pulgar ensangrentado contra las palabras “Prohibido el paso”.
Los caracteres se iluminaron en rojo para después volver a la normalidad, mientras el hombre susurraba:
—Zona Prohibida: [Dominio del Espacio Sin Restricciones].
Seguidamente el hombre se dejó caer, suspirando con algo de queja.
—Rayos, otra vez me siento agotado…
Desde arriba, podría verse cómo en la zona antigua de la ciudad se trazaba un triángulo oscuro que encerraba la mitad de la ciudad.
En ese momento, seis figuras con capas negras y rojas atravesaron el cielo desde el centro del triángulo oscuro. La figura al frente, con la mirada fija en el horizonte rojo, tomó la empuñadura de su espada y murmuró: Operación purga de Ghostface, comienza.
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