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TE - Capítulo 9
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Primer enfrentamiento y cuarta habilidad

Al día siguiente mientras Kevin desayunaba, estaba pensando en Wyrat.

—Cuándo más me hace falta que aparezca no lo hace, pero no importa voy de nuevo para allá para ver cómo puedo usar esa visión.

Kevin sale de su casa y cuando iba de camino en su bicicleta pasó frente a la casa de Kristen que iba saliendo con su padre que tenía una herida grave en su mano y la tenía envuelta en una gaza. Enseguida se baja de la bicicleta y los alcanza.

—Kristen, espera  —les gritó Kevin antes de entrar al taxi.

—Vamos para el hospital, no tenemos tiempo —le respondió Kristen.

—Espera, puedo curarlo —dijo Kevin.

Kristen mira a Kevin pero no le hace caso y se suben en el auto. Se sube Kristen, luego el padre de ella y Kevin entra por la otra puerta quedando al lado de ella.

—Kevin ¿Qué haces? —le dijo Kristen porque estaban apurados—. Mi papá acaba de cortarse gravemente en su mano.

—De verdad puedo ayudar —dijo Kevin y como los demás estaban apresurados le permitieron quedarse en el taxi.

El chofer pone en movimiento al auto y parten.

—Estás actuando extraño. ¿De qué modo puedes ayudarlo? —le dijo Kristen a Kevin.

—Solo deme la mano, confíe en mi —le dijo Kevin al padre de Kristen.

—Pero va a sangrar más —respondió Kristen que estaba alterada por lo de su padre.

—Vamos no perdamos tiempo —dijo Kevin.

—Kevin. Yo te aprecio, no permitas que se estropee la amistad que siento por ti por algo absurdo —dijo Kristen.

—No me importa hacer el ridículo, la salud de tu papá importa más. Es mejor que no intentar nada —le respondió Kevin.

El padre de Kristen no decía palabra porque estaba aturdido por el gran corte que tenía en su mano

—Déjeme poner mis manos sobre la suya sin quitarse la venda. Es simple. No tiene nada que perder.

—¡Qué tontería! ¿Qué le pasa a este chico? —dijo el padre de Kristen pensando.

El padre de Kristen le da la mano que aún sangraba un poco por encima de la tela y Kevin le pone una mano encima y otra abajo, embarrándose las manos ligeramente de sangre.

—Espero que funcione. Wyrat me dijo que podía usar la regeneración en otros, además ya lo había hecho anteriormente a los abuelos y a la hermana de Beatrice —dijo Kevin pensando.

Kevin se concentró. Mientras esperaban, Kristen estaba incrédula y el padre de ella sentía un ligero calambre en sus manos.

—¿Ehhh? Siento un calambre en mi mano que me está calmando el dolor —dijo el padre de Kristen sorprendiéndose.

—Se está regenerando la herida —dijo Kevin.

—Eso es imposible —dijo Kristen.

—Detén el auto —dijo el padre de Kristen.

Kevin retira sus dos manos al cabo de unos minutos y cuando retiró la tela su herida no había sanado y sangraba más. Solo se había calmado un poco el dolor

—No papá póntela de nuevo —dijo Kristen y rápido se vendó la mano de nuevo ignorando a Kevin y luego se dirigió a él decepcionada—. Lo siento Kevin creo que es mejor que te quedes. Lo que hiciste fue empeorar su herida.

—Lo siento —dijo Kevin con la cabeza baja, se bajó del taxi y se fue.

—Pensé que funcionaría. Supongo que ya no verá como siempre. Rayos estaba seguro, ahora estoy en duda de si debería arriesgar seguir intentándolo y quedar como un chiflado si no funciona. 

Kristen y su padre continuaron en el taxi y Kevin regresó caminando donde había dejado su bicicleta. Cuando llegó estaba donde mismo y la acarició haciendo una ligera descarga eléctrica entre ella y su mano.

—Me pregunto cuántos se habrán electrocutado intentando llevarte —dijo Kevin en voz alta sonriendo.

Kevin continuó su rumbo donde mismo practicó el día anterior. Pudo controlar la visión electromagnética a su antojo. Lo que le costó un fuerte dolor de cabeza y de ojos. En lo que Kevin regresaba en su bicicleta. Por una calle de la ciudad que estaba un poco desolada y habían algunas pocas casas, de repente todo se pone silencioso.

—¿Qué sucede? ¿Y ese silencio repentino? —dijo Kevin extrañado y se detiene.

Cuando mira hacia atrás un dardo disparado se le acercaba despacio y se dirigía a su cuello. Se bajó de la bicicleta y a penas lo hizo el dardo siguió de largo y todo dejó de estar silencioso.

—¿Eso era un dardo? —dijo Kevin preocupado—. Pude verlo. Me quieren atrapar. Tengo que hacer algo.

—Fallé —dijo por un comunicador el francotirador que había disparado.

—¿Estás seguro? —respondió el capitán que estaba al frente de la operación—.  Inténtenlo de nuevo. Pero los tres.

Kevin, empezó a mirar alrededor de él nervioso y de repente sucedió lo mismo pero eran tres dardos disparados de diferentes posiciones. Se quedó mirando los dardos que se acercaban a él lentamente. Entonces esquivó los 3 dardos disparados simultáneamente pero continuaba asustado porque es la primera vez que se enfrenta usando las habilidades.

—No entiendo por qué no le damos —dijo uno de los francotiradores.

—¿Tendré que dispararle por ustedes? —dijo el capitán.

—Señor no sé cómo, pero parece que es capaz de evadir los proyectiles —reiteró el francotirador.

—Salgan y reténganlo pero con prudencia, no sabemos qué más puede hacer —ordenó el capitán.

Salen los soldados que estaban escondidos entre las casas y árboles acercándose a Kevin y apuntándole. Al cabo de un momento llegó el capitán en un auto militar blindado y se baja acompañado con más soldados, llegaron varios autos militares y se acercó el capitán a Kevin a 10 metros de distancia.

—¿Qué quieren? —preguntó Kevin acobardado.

—No te hagas el tonto —dijo el capitán seriamente.

—¿Entonces te envió el padre de Beatrice, Wayne? —preguntó Kevin.

—Eres un chico inteligente.

—¿Por qué simplemente no me dejan ir?

—Creíste que ibas a quedar impune por los estragos que causaste ayer. Estás empezando a ser un peligro.

—No sé de qué estás hablan…—dijo Kevin y se detuvo pensando en el pulso electromagnético que había hecho y la tormenta eléctrica que causó.

—Ya te diste cuenta que dejaste sin electricidad y dañaste equipos  eléctricos a muchas casas, autos que dejaron de funcionar y las descargas eléctricas causaron varios incendios a 5 Km a la redonda dónde estabas con tu práctica. ¿En qué rayos estabas pensando?

—No puede ser. Realmente lo siento pero no me puedo dejar atrapar aún —pensó Kevin preocupado y luego dijo simulando valentía—. Lo siento pero no me puedo entregar aún. Ya pensaré en compensar los daños luego.

—Ya lo veremos —dijo el capitán y ordenó a tres soldados que le dispararan con  inmovilizadores eléctricos. Los electrodos unidos con conductores conectados de las pistolas eléctricas se pegaron del cuerpo de Kevin mientras hacían sonidos repetitivos de descargas eléctricas.

—Auch —se quejó Kevin por el pinchazo de los electrodos y sin sentir las descargas eléctricas se quitó los pequeños electrodos y se lanzó a correr.

—Vaya. La electricidad no le hace efecto —pensó el capitán y agarró un arma de otro soldado y le disparó una red envolviéndolo, cayendo al suelo. No pudo usar la compresión de tiempo porque se sentía agotado ya que había estado practicando, estaba agotado y además la red no significaba peligro como para que se activara la compresión de tiempo.

—Parece que me quieren vivo, por lo menos sé que no puedo excederme con las habilidades pero me atraparon agotado, me debieron estar vigilando —dijo Kevin pensando.

—Agárrenlo —ordenó el capitán.

Los soldados agarraron a Kevin junto con la red y se lo acercaron al capitán.

—Éntrenlo —ordenó el capitán para que lo entraran en el auto blindado.

En ese momento Kevin se da cuenta que no puede dejarse llevar y antes de que lo subieran recordó. Activó el campo de fuerza y lo expandió despedazando la red empujando a los soldados que lo llevaban y salió corriendo.

—Pero ¿Qué demonios? —dijo el capitán enojado—. Me dan ganas de liquidarlo de verdad.

El capitán fue a dispararle con balas reales para herirlo en las piernas pero no le dio tiempo. Entonces Kevin se esforzó para usar la compresión de tiempo a voluntad y cuando lo hizo desapareció de la vista de todos.

—General se nos fue —dijo el capitán por un comunicador.

—Lo sé, estuve observando y también lo perdimos de la vista de los satélites.

—Si quieres lo esperamos en su casa —dijo el capitán.

—No te molestes. No volverá a casa. Retírense.

—A sus órdenes —dijo el capitán retirándose con sus tropas.

Kevin corrió y corrió hasta que llegó a un lugar solitario, se sintió más débil y descansó un rato, pues había practicado fuerte todo el día y gastó demasiada energía en ese enfrentamiento. 

—No sé qué hacer. Si voy a mi casa de seguro me esperarán allá.

Se pone de pie sale a la calle y en lo que caminaba sin rumbo pasa por al lado de un banco, lo mira, se sienta con la cabeza gacha y pone la mochila a su lado. Eran cerca de las 4 de la tarde. En ese momento pasa Lauren en su auto frente a él pero al principio no lo conoció, después que pasó detuvo el auto, dio retroceso, se bajó del auto, se acercó a Kevin y lo llamó por su nombre. Este levantó su cabeza sin decirle nada. Lucía sucio y con cara endeble.

—¿Qué haces aquí solo? Y mírate estás hecho un desastre —le dijo Lauren— ¿Qué te pasó?

—Solo te puedo decir que estoy metido en problemas graves —le respondió Kevin.

—Eso no es bueno —dijo Lauren preocupada por él.

Kevin no le respondió.

—Creo que debes regresar a tu casa. Vamos que te llevo —le dijo Lauren.

—No. Déjame. No quiero que te pase nada por mi culpa. Y no puedo volver a casa. No sé qué hacer. Necesito estar solo. Por favor vete.

—¿Y dejarte solo aquí? ¿Qué dices? Vamos. Este lugar es peligroso —dijo ella.

—Está bien. Vamos. Con tal de que no estés mucho tiempo aquí. Tan sólo sácame de aquí —le dijo Kevin ya que la vio decidida a ayudarlo.

Pero cuando se dirigían al auto de Lauren aparecieron dos hombres extraños.

—¿Pero y esta belleza qué hace por un lugar como este? —dijo uno de los hombres viendo que estaba indefensa ya que Kevin lucía débil.

—¿Ese tipo es tu novio? —dijo el otro refiriéndose a Kevin.

—¿Qué hacen déjenlo? El es mi amigo. ¿No ven que no se encuentra bien? —dijo Lauren asustada mientras los hombres se acercaban a ellos.

Kevin se sentía débil que se esforzaba para no estar fuera de sí. Trataba de no hablar.

—¿Cómo puedes estar acompañada de alguien que ni siquiera se defiende? —dijo uno de ellos y seguían acercándose.

Lauren estaba muy asustada y sorprendida de Kevin estuviera tan tranquilo en una situación como esa. Uno de ellos trató de tocar a Lauren pero Kevin usó la compresión de tiempo y lo empujó cayendo a varios metros de ellos. El otro sin entender lo que había sucedido sacó una navaja. Lauren se aterró pero cuando pestañó ya era Kevin quien tenía la navaja.

—Pídele disculpa a mi amiga —le dijo Kevin al hombre que ahora era él quién estaba asustado y tomando a Lauren por una mano acercándola a él.

—Lo siento —dijo el hombre. Kevin le devolvió la navaja y se fue levantando al otro que todavía estaba en el suelo recuperándose.

—Oye creo que ya puedes soltarme la mano —dijo Lauren quien se estaba sintiendo estimulada y ya estaba más tranquila.

—Lo siento —dijo Kevin y se desmayó apoyándose en el auto de ella.

—No te desmayes ahora. KEVIN, KEVIN —gritaba Lauren.

Se las arregló sola para entrarlo al auto de ella en el asiento delantero y se lo llevó. Mientras iban en el camino Kevin estaba dormido y mientras manejaba lo miraba de vez en cuando. Luego Kevin estaba descansando en la mansión de Lauren y Wyrat como siempre lo fue a ver en el sueño.

—Sin más preámbulos. Explícame lo de la visión —le dijo a Wyrat.

—Esa habilidad es la visión electromagnética y es la base de la otra habilidad y última que le sigue. Sin esta no podrás dominarla. Cuando la uses te darás cuenta de muchas cosas que no se ven a simple vista.

—Supongo que no me vas a decir cuál es. De todas formas no importa, creo que con estas es suficiente.

—Debes de comenzar tu viaje así que piensa bien cómo vas a hacer las cosas.

—Si lo sé, ya me están persiguiendo y no sé cuando se detendrán. Tengo que dejar mi hogar.

—Kevin. A partir de ahora no nos veremos hasta dentro de un tiempo. Tengo que ayudar a Iris a encontrar al portador para el elemento fuego que aún no lo ha encontrado. Sé que descubrirás la última habilidad sin problemas. Confío en ti. Continúa preparándote y cuida al elemento.


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TE - Capítulo 10
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Dejándolo todo atrás

Kevin estaba descansando en la mansión de Lauren y al despertarse se acordó de su bicicleta.

—Tanta preocupación y al final perdí mi bicicleta —dijo Kevin levantándose de la cama agitado y ve a un criado con cara seria, mayor de edad con unos lentes oscuros sentado en un asiento a unos metros de la cama.

—¿Quién es usted? —Kevin mira al criado y luego observa el cuarto—. ¿Dónde estoy?

Kevin se mira a sí mismo y se acordó de que no traía su ropa pues estaba vestido de ropa de dormir y se huele.

—¿Eh..? No recuerdo haberme bañado ni cambiado de ropa ¿No me diga que fue usted?

—Fue una de nuestras asistentes —dijo el hombre—. Nunca conocí a alguien que durmiera tanto y que no se despertara con todo lo que te hicieron.

Kevin por un momento se imaginó en todo lo que le pudieron hacer sin despertarse desde bañarlo hasta ponerle ropa.

—No puede ser —dijo Kevin avergonzado poniéndose sus manos en la cabeza.

El criado se rió con la boca cerrada.

 —¿Qué hora es? —preguntó Kevin.

El criado le apunta con su mano derecha hacia el reloj de pared y Kevin observa que son las 9 de la mañana.

—Desde que te trajeron has dormido 16 horas. Debes tener hambre, ya te traen el desayuno.

—¡Comida! —exclamó Kevin—. He dormido demasiado.

En ese momento entra una sirvienta joven con bastante desayuno y lo coloca en una mesa al lado de la cama de Kevin. Ella sonrió cuando vio a Kevin y este dándose cuenta le respondió con una sonrisa también y le agradeció. Ella se alejó y se detuvo cerca de la puerta del cuarto esperando que Kevin terminara.

—¿Y esa sonrisa de ella? ¿Será que ella fue quién me bañó? —pensó Kevin—. Rayos mejor me concentro en la comida.

Sin pensarlo más se lo comió todo como un león hambriento. Cuando terminó, la joven se llevó las cosas. Kevin se acordó de Lauren y le preguntó por ella.

—Ya debe estar al llegar —dijo el criado.

—Y mi ¿ropa?

—Cuando te levantes en el ropero hay ropa para que escojas.

Kevin se sorprende del servicio que le están brindando.

—Es usted…? —dijo Kevin porque se imaginaba que el criado fuera ciego por las gafas que usaba.

—Ciego —le respondió el criado.

—¿Qué? y ¿Cómo sabías donde estaba el reloj? —entonces usó la visión electromagnética un momento para comprobarlo.

—Conozco lo más mínimo de esta mansión.

Kevin se levantó de la cama y fue al armario.

—Es increíble como a ustedes se les desarrollan tanto los demás sentidos —le dijo Kevin mientras se vestía con la ropa que estaba escogida en el ropero—. ¿no debes salir mucho de aquí?

—De vez en cuando y con compañía. Una vez salí solo y me perdí.

—Eso fue una locura.

—Lo fue. Casi termino atropellado.

Kevin activó la visión electromagnética otra vez para ver sus ojos y se acercó al hombre. Y vio cómo en todo su cuerpo recorrían señales eléctricas  hacia todas las partes del cuerpo excepto a sus ojos.

—¿Por qué estás tan cerca? —dijo el criado.

—¿Qué te dijeron los doctores? —le preguntó Kevin alejando su cara del criado.

—La explicación que me dieron fue como si me hubieran hablado en otro idioma. De todas formas no les hice caso además ya estoy viejo para estarme complicando más la vida con operaciones y no me debe quedar mucho de vida.

—¿Funcionará la regeneración en esto? —dijo Kevin preguntándose y con el corazón latiendo un poco más rápido seguía pensando—. Y si no funciona. Y si le hago daño. Pero y si resulta. De todos modos dice que no le queda mucho así que no se pierde nada con intentarlo. Además la regeneración es benigna. No hace daño —Kevin le auscultó de nuevo los ojos—. Parece que tuvo una enfermedad que lo dejó ciego. Luego de eliminar la enfermedad el cuerpo no tuvo la capacidad de regenerar los nervios ópticos.

—Me gustaría hacer algo por usted respecto a sus ojos —le dijo Kevin.

—¿Qué cosa?

—Solo pondré mis manos en sus ojos.

—¿Eres mago? Muchacho. Ya yo he intentado con todo y me he rendido.

—Yo diría que no. Además no tiene nada que perder y sería como muestra de agradecimiento por ayudarme. Digamos que solo quiero orar por usted  —dijo Kevin.

—Está bien. Aunque puede que no resulte ya he perdido las esperanzas —dijo el criado.

—¿Me permite?

—Adelante

Le quitó las gafas y agarró la cabeza del criado con las dos manos, y colocó sus pulgares en sus dos ojos que ya estaban cerrados.

—No te preocupes, no te haré daño, confíe en mí. ¿Cómo te llamas? —le dijo Kevin.

—Clark.

—Yo soy Kevin. Es un placer.

—¡Espera! —dijo asombrado Clark notando una pequeña claridad con sus ojos, había pasado algunos segundos.

—¿Qué pasa? ¿Te hice daño? —le preguntó Kevin.

—No. Veo una pequeña claridad pero aún no veo bien. No puede ser. ¿Tú hiciste esto? —dijo Clark pasmado.

—¿Me permite continuar? —le respondió Kevin con una pregunta y sin pensarlo Clark lo dejó y le volvió a tocar los ojos despacio—. Tranquilo me avisas cuando creas que puedas ver.

—¿Quién eres chico?

—Solo un simple servidor.

—Creo que todo lo que sucede en la vida tiene un propósito —dijo Clark—. Serás un emisario de Dios.

—¿Quién sabe? —dijo Kevin medio riéndose.

Después de un momento el criado pudo notar una claridad enorme con sus ojos cerrados.

—¡Creo que ya! Déjame ver —dijo el criado.

—Está bien —dijo Kevin y retiró la mano de sus ojos.

El criado no podía abrir sus ojos porque era demasiado la luz que notaba y despacio trataba de abrir sus ojos, los cerraba de nuevo poniendo sus manos y así hasta que pudo abrirlos por completo. Kevin ya había desactivado la visión electromagnética. Les había regenerado los nervios ópticos hasta que vio señales eléctricas en ellos.

—Puedo ver —dijo el criado súper emocionado observándolo todo y tocando a Kevin—. ¡Puedo ver!

Luego lo abrazó, le dio las gracias arrodillándose delante de Kevin para besarle sus manos pero no lo dejó y Clark salió corriendo de emoción por toda la mansión. Cuando Lauren iba al cuarto donde estaba  Kevin vio al criado que estaba muy emocionado que se acercó a ella agarrándola por los hombros.

—¡PUEDO VER! ¡PUEDO VER! —le dijo el criado.

—¿Pero Clark cómo puedes ver? ¿Y tus lentes? —le preguntó Lauren.

—El chico del cuarto —hizo una pausa por la emoción—. Me recuperó la vista.

—Kevin —Lauren mencionó el nombre de Kevin y fue al cuarto donde estaba él.

—De alguna forma tenía que agradecer lo que hiciste por mí. Lo que no fue contigo —dijo Kevin que estaba sentado en la cama.

—¿Quién eres Kevin? Creo que no te conozco. Salvas a la familia de Beatrice de un incendio de forma inexplicable. Hiciste esa cosa extraña ayer cuando me salvaste y ahora haces que mi criado recupere su visión—dijo ella.

—No te preocupes. Sigo siendo el Kevin que conocen aunque por así decirlo con algunas pequeñas mejoras.

—Yo diría que demasiadas —dijo ella sonriéndole.

Lauren se sentó al lado de él en la cama.

—Tengo que irme.

—¿Tan rápido? ¿A penas nos estamos viendo y ya te estás despidiendo?

—Es para no meterte en problemas.

—No es para tanto —dijo ella—. Pero te entiendo un poco. Ayer no me dejaste opción cuando te desmayaste te traje a mi casa así que ya la conoces. Me habías dicho que no podías ir a la tuya.

—Gracias de verdad —le dijo Kevin tomándola de una mano—. Y es muy bonita.

—¿La casa o yo? —le preguntó Lauren.

—La casa jaja —dijo Kevin en broma.

Lauren le golpeó ligeramente el hombro a Kevin.

—Auch —se quejó Kevin y le dijo—. Tú también.

—Gracias —le dijo ella.

—Has cambiado Lauren. Ya no te veo como la chica arrogante y autosuficiente de antes.

—Eso es porque no me conocías y nos llevábamos bien —le dijo ella.

—Ahora que recuerdo ¿dónde están mis cosas? —le preguntó Kevin cambiando el tema y soltándola de la mano.

Lauren se puso de pie y trajo otra mochila con las cosas que Kevin tenía dentro. Se sentó nuevamente al lado de Kevin y la puso al lado de ella, quedando ella entre Kevin y la mochila.

—Me cambiaste la mochila.

—Sí. La que tenías era un puro desastre.

Hubo silencio un momento. Hasta que Kevin lo rompió.

—Gracias a ti también. Estoy en deuda contigo —le dijo Kevin mientras se miraban.

—¿Dónde irás? —le preguntó ella.

Kevin estando sentado se inclinó un poco pasando su cara cerca de la de ella para coger su mochila que estaba al otro lado.

—No lo sé. Solo sé que tengo que dejarlo todo atrás y empezar de cero en otro lugar.

Entonces ambos se miraron fijamente. Sintieron el deseo de chocar y en ese momento iniciaron una guerra apasionada entre sus labios tratando de averiguar quién ganaría.

—Vaya besa mejor que Beatrice —pensó Kevin queriendo terminar de besar pero ella no quería.

—Ya ya. Tengo que irme —le dijo Kevin terminando forzosamente el evento.

—No. Quédate un poco más. Despidámonos bien —le dijo ella con la respiración entre cortada.

—Está encendida. No puedo dejarla así. Sería malo para mi reputación —pensó Kevin y se acercó a ella nuevamente y batallaban de nuevo sus labios—. La puerta.

—Ya la había cerrado —dijo ella

Entonces Kevin le hizo lo mismo que a Beatrice. La hizo terminar de forma oral. Sin tener contacto sexual con ella. Usando la inducción de sentidos.

—Parece que mejoré la técnica. Misión cumplida —pensó Kevin.

—Ni siquiera lo hicimos de verdad, estoy satisfecha y casi sin energías. ¿Qué es esto? ¿Y tú no vas a terminar? —le preguntó ella aún estando acostada y ruborizada.

—No te preocupes por mí. Me complace complacer.

—¿Crees que esto fue suficiente para mí? —le dijo ella bien seria y sentándose en la cama de una forma sensual y ruborizada.

—Ya te dije que no te preocupes —le dijo Kevin pero ella se le acercó agarrándolo a la fuerza.

—¡EH! Esta chica es más fuerte de lo que me imaginaba. La he subestimado —pensó Kevin.

—No es justo que solo sea yo —dijo ella decidida a continuar.

—Rayos tengo que detenerla —pensó Kevin y la durmió con una pequeña descarga eléctrica en su cuello.

—Lo siento —le dijo Kevin en el oído de ella.

Kevin la acostó en la cama, la acomodó y se fue. Cuando salió, llamó a un taxi.

—¿Dónde vamos chico? —le dijo el chofer.

Kevin pensó en emprender su viaje en ese preciso momento solo con lo que traía encima. Revisó su cartera y tenía suficiente dinero como para viajar y mantenerse por dos días. Lauren le había dejado dinero de regalo. Le vino a la mente muchos recuerdos y pensaba en lo que tendría que dejar atrás, su carrera, familia, amigos. La condición en la que se encontraban sus padres pero ya no tendrían la carga de él. Se puso sentimental pero aún así sintió en hacerlo. Se deshizo de su teléfono móvil destrozándolo echándolo por la ventana del taxi para evitar ser localizado.

—Vamos a la terminal interestatal —le dijo Kevin al chofer

—Vaya, al fin te decidiste —dijo el taxista y tomó rumbo hacia allá.

—Cuánto durará este dolor —pensó Kevin en voz alta tocándose sus testículos ya que no había descargado después del encuentro con Lauren.

—¿Dijiste algo chico? —le preguntó el chofer.

—Tranquilo. Todo está en orden. Solo hablaba en voz alta.

Llegaron a la terminal, le pagó al taxista y tomó un autobús hacia New York ya que le saldría más barato. Esa misma mañana emprendió un viaje que duró 2 días haciendo escala en diferentes ciudades. Disfrutó el viaje contemplando las ciudades por las que pasó, a la vez extrañando todo lo que había dejado atrás y preocupándose en cómo le saldrían las cosas de ahora en adelante.


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